Ese hallazgo es fruto del seguimiento del "Proyecto Canyet": un plan de reintroducción del buitre leonado en el Barranc del Cint de la sierra de Mariola en Alcoy, desarrollado por el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS).

El buitre leonado desapareció de la Comunitat Valenciana hace aproximadamente 200 años, pero organizaciones no gubernamentales han emprendido tareas de recuperación de esa especie desde la década de los ochenta, como el "Proyecto Canyet", implantado en Alcoy en 2000.

Ocho años después, la población de buitres leonados ha aumentado hasta alcanzar los cuarenta ejemplares en libertad y otros cuarenta en cautividad.

El coordinador del, Álvaro Seguí, ha explicado hoy a EFE que la campaña de anillamiento que empezó el pasado mes de junio ha finalizado con el anillamiento de siete pollo de buitre que han nacido en la zona.

"El proyecto Canyet se ha consolidado y ya cuenta con una población de ochenta ejemplares, que mayoritariamente se han establecido en las proximidades del Barranc del Cint, en el término municipal de Alcoy", ha precisado.

En 2000 se liberaron las primeras parejas de buitres en las comarcas de l'Alcoià y El Comtat.

"Éste fue el inicio del Proyecto Canyet que los responsables de FAPAS prepararon durante años, recopilando información y estudiando el motivo por el que el buitre común se había extinguido en esa zona", ha señalado.

Tras la aclimatación de la especie en la zona, cinco años después, en 2005, empezó el proceso de reproducción de las aves, que culminó con el nacimiento de dos crías en las paredes rocosas del Barranc del Cint.

En la actualidad, ya hay quince ejemplares de buitre leonado nacidos en la sierra de Mariola, ha indicado Seguí.

El buitre leonado ("Gyps fulvus") es una especie reproductora en la Península Ibérica, cuya distribución alcanza la mayor parte de las grandes cadenas montañosas y los barrancos horadados por los ríos que atraviesan las mesetas centrales.

Históricamente, se trata de una especie de amplia distribución, asociada a la intensa carga ganadera que España sostuvo durante siglos.

Durante el siglo XX, como consecuencia de la intervención humana a través de intensas campañas de envenenamiento, se produjo una disminución poblacional importante, situando al buitre leonado al borde de la extinción en muchas áreas y en otras eliminándolo por completo.

Desde los años ochenta, con la intervención de organizaciones no gubernamentales apoyadas por las primeras normas legislativas que protegían estas aves, comenzó una lenta recuperación de las poblaciones de aves carroñeras en general y, muy particularmente, del buitre leonado.

Este tipo de iniciativas se centró en proyectos vinculados a la creación de muladares, programas de sensibilización social y protección del hábitat de estas especies.