Mientras que el miR-126 reduce la proliferación y el crecimiento del volumen del tumor de mama, que es el tipo más frecuente entre las españolas (se calcula que una de cada diez lo desarrollará a lo largo de su vida), el miR-335 suprime la metástasis y la migración a otros tejidos de las células cancerígenas que pueden llevar a la muerte del paciente.

Además los científicos consideran que un tercer microARN (el miR-206) podría cumplir una función semejante al miR-335.

La importancia del descubrimiento estriba en que se ha demostrado por primera vez que los microARN, esta "nueva" clase de reguladores de la actividad del ADN, pueden también ser atacados "por las células cancerígenas que se desarrollan como tumor metastásico", ha explicado Massagué en una entrevista telefónica con EFE.

Esta investigación podría abrir la puerta al desarrollo de futuros tratamientos que evitaran la metástasis del cáncer de mama, bien a través del consecución de técnicas para introducir los microARN en tumores donde faltan o bien "desarrollando fármacos contra los genes cuya actividad aumenta para promover la metástasis cuando estos microARN faltan", ha afirmado Massagué.

El funcionamiento normal del miR-335 reduce en las células cancerígenas la producción del factor de transcripción celular SOX4, una sustancia que promueve el desarrollo y movimiento de los descendientes de las células madre que originan el tumor, así como del componente de la matriz extracelular Tenascina C, una proteína que las células depositan en su entorno y que les sirve para invadir tejido circundante, ha apuntado a EFE el investigador.

En ausencia del miR-335 y del miR-206, la célula produce demasiada cantidad de estas sustancias, lo que ayuda a su movilidad y a la invasión de los tejidos.

La principal función de los microARN es neutralizar al ARN mensajero, el encargado de "traducir" las órdenes del ADN para dar lugar a diferentes proteínas.

Para obtener estas conclusiones, los investigadores estudiaron el desarrollo "in vitro" e implantaron en ratones células cancerígenas procedentes de líneas celulares de dos pacientes que habían padecido cáncer de mama.

Los miR-335, miR-126 y miR-206 presentaban niveles inferiores en las células tumorales metastásicas que "fueron reuniendo las condiciones para la mejor penetración y supervivencia en tejidos y órganos alejados del tumor inicial".

"Los cambios y alteraciones que encontramos en estas células -ha añadido el científico español- nos dicen qué condiciones y habilidades tuvieron que acumular para llegar tan lejos en la progresión del tumor".

Los científicos comprobaron que restaurar la actividad de las moléculas de microARN en células cancerígenas humanas disminuía la metástasis en huesos.

Además, inhibieron en algunas de las células tumorales el miR-335 y descubrieron así cuáles eran los genes que más aumentaban su expresión (cantidad del ARN mensajero al que dan lugar y que luego se encargará de fabricar las proteínas correspondientes), lo que les llevó, entre otros, a los genes responsables de las proteínas SOX4 y Tenascina C.

Gracias al estudio de historiales de veinte pacientes comprobaron que la expresión media de miR-335 y miR-126 era ocho veces menor en los tumores de pacientes que recayeron y en una cohorte de 368 pacientes se comprobó que los niveles bajos de miR-335 eran mejor indicador de una mayor metástasis general que de metástasis específicas de pulmón o hueso.

Desde 1989 Massagué dirige el Programa de Investigación de Biología y Genética del Cáncer en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York, y está considerado una de las mayores autoridades del mundo en el estudio de la metástasis del cáncer.