Dos plazos penden: 2012, cuando vence la vigencia del protocolo de Kioto para reducir la emisión de gases que generan el efecto invernadero, y 2015, que Naciones Unidas marcó para cumplir ocho ambiciosos objetivos, como reducir a la mitad la pobreza extrema, promover el desarrollo y combatir las enfermedades infecciosas.

El primer ministro nipón Yasuo Fukuda afirmó hoy en su mensaje de año nuevo que espera "liderar el debate internacional" sobre el cambio climático y recordó que Japón puede jugar "un papel protagonistas" en este sentido y luchar contra la contaminación "difundiendo la tecnología más avanzada".

El Gobierno ha organizado para este año reuniones de ministros de Finanzas, Medio Ambiente y Trabajo del G8 -EEUU, Francia, Japón, Italia, Reino Unido, Rusia, Canadá y Alemania, del que toma el testigo, y una cumbre de líderes en un hotel del lago Toya, entre las montañas de Hokkaido, del 7 al 9 de julio.

Además, celebrará en mayo la Cuarta Conferencia Internacional de Tokio para el Desarrollo de África, en la que se tratarán aspectos relacionados con la salud y el desarrollo y a la que ha invitado a los líderes africanos.

En esa conferencia, "Japón tratará el tema de la salud en África mientras en la cumbre del G8 en Hokkaido se debatirá la salud global" y el cambio climático, ha indicado el ministro nipón de Exteriores, Masahiko Komura, que viajará a Tanzania y Kenia a comienzos de enero para preparar la agenda.

Fuera de las metas claramente marcadas y más o menos ambiciosas, Fukuda quiere aprovechar la presidencia del G8 para apuntalar un objetivo largamente deseado por Tokio: un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, algo que reclama por su peso en el mundo, especialmente económico.

En cuanto a los objetivos públicos de la presidencia del G8, el cambio climático es en principio el más importante pues Japón no quiere perder su estela de líder como defensor en el medio ambiente derivada de la aprobación del acuerdo de Kioto hace ya diez años.

Aunque Japón está de momento lejos de lograr una rebaja de sus gases contaminantes para 2012 de un 8 por ciento frente a sus cifras de 1990, a lo que se ha comprometido por Kioto, Fukuda ha asumido la meta de su predecesor, Shinzo Abe, para promover la rebaja en el mundo de las emisiones de dióxido de carbón a la mitad para 2050.

Del éxito o fracaso del Gobierno de Tokio en la lucha contra el cambio climático dependerá sobre todo que pueda implicar a los mayores emisores de gases contaminantes, entre los que se encuentran China y la India, además de Estados Unidos, Rusia y el propio Japón.

La cumbre del G8 de Hokkaido tratará de llevar adelante el acuerdo logrado en la conferencia de Bali de hace dos semanas para llegar a un pacto más ambicioso que sustituya en 2012 al Protocolo de Kioto en 2012 y cuyo borrador debería estar listo en 2009.

Para hacer avanzar esa meta, el Ejecutivo nipón tiene previsto establecer un mecanismo financiero, por 10.000 millones de dólares (6.800 millones de euros), que habilitará préstamos a bajo interés durante cinco años para los países menos desarrollados, según el diario "Mainichi Shimbun".

La intención de Fukuda es demostrar sus dotes como diplomático, pero la realidad es que su situación en la política interna de Japón es bastante débil y algunos analistas creen que podría verse obligado este año a disolver la Cámara baja y convocar elecciones.

Hasta su deseo de visitar uno por uno los países que integran el G8 antes de la cumbre de Hokkaido puede verse amenazada por la beligerancia de la oposición en la Dieta (Parlamento), cuya aprobación expresa necesitará Fukuda para viajar al extranjero.