La Audiencia de Valladolid ha impuesto una pena de casi diez años de prisión a un varón, de origen ecuatoriano, por un delito de agresión sexual sobre su expareja embarazada a la que, una vez rota la relación, introdujo sus dedos en la vagina con el propósito de comprobar si le era infiel.

En su sentencia, la Sección Cuarta de lo Penal de la Audiencia de Valladolid considera al encausado autor del referido delito de agresión sexual con penetración, con las agravantes de parentesco y género, así como de uno de amenazas con la agravante de reincidencia, por los que, de forma global, acuerda imponerle nueve años y diez meses de cárcel, además de la prohibición de acercarse y comunicar con la víctima por espacio de catorce años y libertad vigilada durante cinco años, así como el pago de 6.000 euros en favor de la víctima.

Entre los hechos probados figura que a finales de noviembre o comienzos de diciembre de 2020 se produjo la ruptura de la relación entre el ahora condenado y la víctima, marchándose el primero del domicilio, pese a lo cual en la tarde del día 22 de enero de 2021 el acusado le pidió a su pareja insistentemente que le permitiera ir a su casa para verla dado que el bebé que esta esperaba era suyo y estaba ya embarazada de cinco meses, a lo que ella finalmente accedió.

Así, en la madrugada del día 22 al 23 de enero de 2021, pasadas ya las 12 de la noche, el acusado llamó a la puerta del domicilio de ella y al abrirle la puerta observó que la víctima llevaba puesta una camiseta de hombre, motivo por el que adoptó una actitud celosa.

Le preguntó entonces de quién era la camiseta que llevaba puesta, contestando ella que era de un amigo, a lo que él le recriminó y le preguntó que si se había acostado con alguien y si mantenía relaciones con otra persona, pregunta que la víctima negó.

La agarró por las muñecas

En ese momento, el acusado cogió a la víctima por las muñecas y la echó encima de la cama, poniéndose encima de ella, la sujetó por las manos y le dijo que respetara a su criatura, así como que le parecía una sinvergonzonería que estuviera manteniendo relaciones sexuales estando embarazada de su hijo.

Acto seguido, le introdujo dos dedos en su vagina, diciéndole que era para saber así si se había acostado con alguien, de tal manera que cuando sacó los dedos los olió y dijo a ella, con actitud de recriminación, que sí se había acostado con alguien, a lo que ella le contestó entre sollozos que no era cierto.

La mujer se intentó zafar de él, si bien el acusado volvió a introducir sus dedos en la vagina de ella y cuando los sacó hizo que la víctima los oliera, diciéndole: "tú te has acostado con alguien. Si me entero de que te has acostado con alguien, te doy para abajo", frase con la que el acusado, de origen ecuatoriano, quería expresar que en tal caso la mataría.

Todos estos hechos, según la sentencia, se produjeron en un clima de miedo por parte de la víctima, dada la actitud de dominación que el acusado había adoptado hacia ella de tratar de imponerla el que, aunque ya no estuvieran juntos, no tuviera relaciones sexuales con otros hombres.

Ante esta situación, la mujer pidió a su agresor que se quitara de encima porque la estaba aplastando, a lo que el acusado, finalmente, asintió, repitiendo de nuevo que respetara a su criatura y que si no le daba vergüenza haberse acostado con alguien estando embarazada, procediendo finalmente el acusado a abandonar la casa.

La mujer decidió llamar al 112 para que comprobaran si la había pasado algo, iniciándose así la investigación de los hechos.