El índice de envejecimiento en Castilla y León se sitúo en 204 por ciento (204 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16) y se coloca como la tercera Comunidad autónoma de España con mayor tasa, solo superada por Asturias (231 por ciento) y Galicia (207), según el Instituto Nacional de Estadística (INE). 

Estas tres comunidades autónomas ya presentan más del doble de población mayor 64 años que menor de 16 años. En el otro lado, Ceuta (61,7) y Melilla (46,2) y Murcia (90,4%) son las únicas regiones que resisten con índices aún por debajo de 100 por cien, registrando -todavía- una mayor proporción de jóvenes.

En 2021 el envejecimiento en España se disparó hasta el 129 por ciento. Esta cifra supone el mayor crecimiento (3,4 puntos porcentuales) de la serie histórica desde 1999, teniendo en cuenta que el año pasado se situó en un 125,7 por ciento.

El INE hizo públicos los últimos datos sobre envejecimiento en España, un año más, reflejan una tendencia imparable: en 2021, el país volvió a registrar un nuevo máximo de envejecimiento, del 129 por ciento.

La cifra actual contrasta con la de principios del milenio, cuando España era aún joven: en 1999 todavía había mayor población menor de 16 que mayor de 64, con un índice de envejecimiento del 99 por ciento. A partir del año 2000 España ya es un país envejecido, con un índice de envejecimiento que supera el 100 por cien y que aumenta velozmente cada año. De hecho, durante el último ejercicio la cifra se ha disparado en más de tres puntos porcentuales.

Tal repunte del envejecimiento se produce a pesar de que la pandemia incrementó el número de defunciones en un 17 por ciento y afectó especialmente a la tercera edad. Sin embargo, el número de nacimientos también se vio impactado con una caída del seis por ciento. Asimismo, el indicador coyuntural de fecundidad alcanzó en 2020 su valor mínimo desde el año 2000, con 1,1 hijos por mujer, según la Fundación Adecco.

Tasa natalidad

Este hundimiento de la tasa de natalidad durante el último año se relaciona con la incertidumbre motivada por la crisis económica, así como el temor a problemas de salud durante la gestación, circunstancias que están posponiendo los nacimientos.

La desinflada tasa de natalidad y el disparado índice de envejecimiento tienen su consecuencia más visible -e inminente- en el sistema de pensiones. La relación cotizante-pensionista cerró 2020 con una cifra de 1,9, un índice en caída desde el año 2007, cuando la cifra era de 2,7. “El valor mínimo actual no garantiza la sostenibilidad del sistema de pensiones y exige dar respuesta urgente a retos como la cronificación sistemática del desempleo entre la población activa de más edad o el impulso de incentivos fiscales y laborales que impacten en las familias y estimulen la natalidad”, destacó el director general de la Fundación Adecco, Francisco Mesonero.