Este pasado mes de marzo se cumplieron 30 años del último golpe perpetrado por una organización terrorista en el territorio de la comarca del Bierzo. En la madrugada del 1 de marzo de 1991, el Exército Guerrilleiro do Povo Galego Ceibe hizo saltar por los aires cinco torres de alta tensión en las localidades de Fuentesnuevas, Magaz de Abajo y en el alto de Montearenas. “Se oyó una explosión muy fuerte que despertó a la mayoría de los vecinos, incluso se llegó a romper algún cristal en las casas colindantes a la fuente de los Perales”, recuerda alcalde pedáneo de Fuentesnuevas, José Antonio Cartón.

El pedáneo, que en aquel entonces era alumno de la Universidad de León (ULE), recuerda que el hecho conmocionó a la población de la localidad. Según relatan los testimonios de aquel episodio, aún no había salido el sol cuando el estruendo causado por las explosiones rompió de manera abrupta el sueño de los habitantes del entorno. Con las primeras luces del día, los vecinos pudieron comprobar que las bombas habían provocado la caída de tres torretas, una en el entorno del Cachapón y otra en el paraje de La Toralina por efecto directo de las explosiones y una tercera arrastrada en su caída por el peso de las dos primeras. Cartón recuerda que Red Eléctrica, la empresa propietaria de la infraestructura, acabó pagando indemnizaciones a los propietarios de la zona por los daños causados por la caída de las torres en las viñas y cepas del entorno.

A la vez, iban llegando las primeras noticias de que otras bombas situadas en parajes cercanos habían provocado idénticas consecuencias en las poblaciones del entorno. Según la investigación que se llevó a cabo, en total fueron necesarios más de 20 kilos de explosivo para derrumbar a los cinco gigantes de hierro. La prensa de la época señala en ese sentido la “llamativa impunidad” con la que actuaron los terroristas, teniendo en cuenta que había desplegadas por la zona varias unidades del Ejército en previsión de posibles atentados terroristas contra la central térmica de Compostilla II. La voladura de torretas de alta tensión y los ataques contra otras instalaciones industriales eran una de las principales actividades del Exército Guerrilleiro en aquellos años. Seis meses más tarde, en septiembre de 1991, un ataque similar consiguió dejar sin luz a cerca de 300.000 vecinos en el entorno de la ciudad de Ferrol.

Junto a estos ataques, los casi 100 atentados reivindicados por el Exército Guerrilleiro también tuvieron entre sus objetivos a sucursales bancarias y a dependencias institucionales. Aunque el grupo armado aseguró en diversas ocasiones que arrebatar vidas humanas no estaba entre esos objetivos, la primera víctima de sus acciones se produjo en 1989, cuando un guardia civil fue asesinado en Irixoa (La Coruña) por un comando de la organización.