Cada día queda uno menos y aunque cuesta ver la luz, porque esto ya “se hace eterno, a corto o medio plazo volverá la normalidad a nuestras vidas”. Con este optimismo afronta el futuro inmediato la directora general de Salud Pública de la Consejería de Sanidad, Carmen Pacheco, quien explica que, aunque el rimo de vacunación sea lento, la realidad es que la solución ha llegado y llegará a toda la población más pronto que tarde. Confía en que en abril la vacunación masiva sea una realidad, para lo que Castilla y León necesitará 200.000 dosis semanales con el objetivo de cumplir en junio con el 70% de su población vacunada. Para esta estrategia, desde la Consejería se plantean varios escenarios y no están cerrados a ningún recurso, ni humano, ni físico, con el fin de que sea lo más rápida posible y que comience a notarse lo que ya está ocurriendo en las residencias: caída de brotes, de casos vinculados y enfermedad más leve.

–Le ha tocado ser una de las cabezas visibles en esta lucha sanitaria sin precedentes. ¿Qué es lo que ha aprendido desde que el 27 de febrero se declarara el primer caso de COVID-19 en Castilla y León?

–Todavía no puedo decir que tengamos lecciones aprendidas. La manera de ver las cosas desde el principio sí se ha modificado, y algo hemos aprendido sobre la evolución de la pandemia; de cada ola extraemos conocimiento. Pero esto no ha pasado, y necesitaremos tiempo para interiorizarlo. Todavía nos quedan meses de lucha. Aún estamos lejos de conseguir la inmunidad de rebaño, aunque parece que está cerca; quedan meses de ver cómo evoluciona, si siguen llegando olas aunque sean más pequeñas… Hemos cambiado y aprendido con los meses. Al principio, casi tomábamos las decisiones día a día, y ahora ya sabemos cómo pueden evolucionar las cosas, pero todavía nos queda mucho.

–Todas las esperanzas están volcadas en la vacuna. Al ritmo actual, ¿confía en que se pueda llegar al verano con el 70% de la población vacunada, que exista ya la inmunidad de rebaño?

–Los tratamientos han variado y se han modificado mucho en los hospitales, pero en general, hay pocos medicamentos que se hayan mostrado eficaces, por lo tanto todas las esperanzas están volcadas en la vacuna. Hoy nuestro mayor cuello de botella es el número de dosis. Si tuviera que decirlo ahora, con el ritmo de llegada actual, me costaría creer que en el mes de junio pudiéramos tener vacunado al 70% de la población. Pero si se cumplen las previsiones –el Ministerio nos asegura que a partir de abril la cantidad de vacunas que va a llegar va a ser muy importante–, sí que será factible llegar al 70%, o incluso a más.

–¿Qué cantidad de vacunas necesita la comunidad administrar de media al día para cumplir este objetivo, y en qué cifras se está?

–Estamos vacunando a una media de 4.000-6.000 personas diarias. Haciendo una estimación de las personas que necesitamos vacunar para llegar al 70% (1,7 millones de personas) necesitamos unos 3,4 millones de vacunas. Según lo que tenemos comprometido hasta marzo y si se cumple, a partir de abril nos harían falta unas 200.000 vacunas a la semana para lograr el objetivo del 70%.

–Y llegado ese punto, ¿se podrá hacer vida normal?

–Según los expertos necesitamos por lo menos ese 70% para realizar vida relativamente normal. Es verdad que se pueden seguir produciendo casos porque, aunque las vacunas son muy eficaces, siempre quedan pequeñas bolsas de población que no alcanzan la inmunidad y bolsas que van a quedar sin inmunizar.

–Al igual que ocurre con la gripe, ¿será necesario vacunarse todos los años frente al COVID-19?

–La eficacia vacunal es muy alta; creemos que los anticuerpos pueden permanecer durante más tiempo del que inicialmente creíamos, pero es una pregunta que no podemos responder ahora. Tenemos que esperar para saber si esa inmunidad se mantiene o no en el tiempo. Es verdad que la natural que se está adquiriendo con la enfermedad dura seis meses, y hay personas con un número de anticuerpos elevado. Esto nos da esperanzas de que también la inmunidad alcanzada con la vacuna pueda prolongarse, pero hoy por hoy no podemos responder a esa pregunta. Estamos hablando de virus, que van mutando. Los laboratorios se están preparando para este escenario. Las tecnologías de vacunas ARN mensajero les permite adaptarse con mucha más rapidez que con la fabricación estándar o clásica de síntesis de vacunas. Son escenarios que tendremos que ir viendo día a día.

Nuestro mayor problema ahora mismo es el número de dosis que recibimos

–La estrategia de vacunación es un documento vivo, que va cambiando. La última decisión de comenzar a vacunar a población de entre 45 y 55 años y a los vulnerables de menos de 60 acelera los pasos, ¿cómo se va a hacer?

–Que este grupo haya sido aprobado en la Comisión de Salud Pública no implica que vaya a ser vacunado de manera inminente. Vamos avanzando en los grupos por los que hay que seguir, pero esto no va a ser mañana. La estrategia cambia, fundamentalmente, por el número de vacunas que llegan. Tenemos que ir cerrando los grupos que hemos empezado a vacunar. El grupo I, de residentes y trabajadores de residencias, está prácticamente cerrado; con el de profesionales sanitarios más expuestos, todavía vamos avanzando. Está prácticamente la Atención Primaria, y la Hospitalaria está bien, pero hay que completarla. Luego tocan los mayores de 80 años; los de 70… Son grupos que vamos incluyendo, pero tenemos que cerrar los anteriores.

–¿Cómo está prevista la vacunación en el medio rural?

–En principio, los grandes espacios están pensados en las capitales, fundamentalmente. En las zonas rurales pensamos más que la vacunación puede ser perfectamente asumible por los equipos de Atención Primaria. No tiene sentido desplazar a personas mayores a grandes espacios en una capital. Con las cantidades que nos llegan a día de hoy, los equipos de Primaria del medio rural pueden asumir la vacunación. Si el volumen es mucho mayor al que se pueda asumir, se podría pensar en otra fórmula.

–¿Se plantean solicitar el apoyo de enfermeros jubilados, formar a personal técnico, recurrir, por ejemplo, a las mutuas para que vacunen en las empresas, o con el personal actual se ven capacitados?

–No estamos cerrados a la utilización de cualquier tipo de recursos, tanto humanos como físicos. Es verdad que el registro nos condiciona, porque se incluye en Medora, pasa a un registro autonómico, para llegar al nacional. Lo que más nos condiciona es la trazabilidad de cada vacuna puesta. Puede ocurrir que usemos una mutua o un hospital privado y utilizar sus recursos, pero el registro tiene que controlarse siempre desde Sacyl.

–La variante británica ya representa entre el 14 y el 50% de todos los contagios. ¿Tiene el detalle de su presencia en Castilla y León?

–Todavía no tenemos datos de toda la comunidad, pero los muestreos que se están haciendo en algunas provincias –no completos con toda la secuenciación– arrojan una alta probabilidad de que sean variantes británicas. Hemos designado ya un laboratorio de referencia para hacer un muestreo aleatorio de muestras de Atención Primaria y Hospitalaria para determinar cuál es la realmente la penetración. Hasta ahora se han analizado muestras en lugares con una alta sospecha, por ejemplo personas que han llegado de Reino Unido y han provocado un brote familiar. Con los datos que tenemos hasta el momento creo que estamos en un 20% de penetración con diferencias entre las provincias.

No nos cerramos a que vacunen las mutuas o que nos apoyen enfermeros jubilados

–La salud pública ha sido durante años la olvidada del sistema, infrafinanciada y con pocos recursos. ¿Por qué es importante invertir en Salud Pública? ¿Será mejor la salud pública tras el COVID-19?

–Siempre hemos puesto de manifiesto que el presupuesto es escaso comparado con los del ámbito asistencial; que los recursos humanos también; que hay muchas diferencias en niveles y retribuciones, lo que hace muy difícil fidelizar a las personas que trabajan en Salud Pública. No solo en Castilla y León, en general en toda España. Es un ámbito con mucha vocación; con una plantilla con cierta edad donde vemos poco recambio, porque competir con el ámbito asistencial es muy complicado. Si algo ha puesto de manifiesto la pandemia es que la salud pública es muy importante. Es la menos visible, porque hacemos un trabajo callado en prevención, en promoción de la salud, pero es una labor muy importante. Ha puesto de manifiesto esas carencias que veníamos exponiendo desde hace tiempo, el déficit de recursos humanos, que los sistemas de información no estaban preparados para tal volumen de casos. Nos hemos visto desbordados en muchos sentidos, con un sobresfuerzo muy importante de todos los que trabajan en Salud Pública, a los que quiero agradecer todo su trabajo.