Abierto 25 horas. Cartel chistoso y amable que cuelga de la puerta del Desengaño, la tienda de alimentación, a modo del tradicional colmado, que nutre y surte a los vecinos y visitantes de la localidad palentina de Amusco. Metáfora que deja claro el servicio esencial que realiza dicho establecimiento a modo de punto neurálgico y todo en uno.

Aquí hay prácticamente de todo. Desde fruta, embutidos, dulces o pescado congelado hasta productos de limpieza e higiene, conservas o tabaco, sin olvidar el pan y el aceite, y así hasta una lista interminable. Es decir, una gran variedad que marca una oferta primordial para luchar contra la acuciante despoblación y envejecimiento del medio rural.

Cuarenta años detrás del mostrador. Juan de Dios, el dueño de la tienda, afirma que lleva sirviendo a Amusco desde los años 80, momento en el que compraron el negocio a los hermanos Hermosa, quien apunta que todo ha cambiado mucho, ya que uno de sus productos estrellas se centraba en la paquetería o la ropa interior, con sujetadores para las mujeres. De ahí el todo en uno del Desengaño.

Los nuevos tiempos llegan y la forma de despachar también. “Ahora viene todo envasado, pero antes se daba a la manivela para sacar el aceite de la garrafa”, comenta entre risas. Aun así, reconoce que siguen teniendo los caramelos en los recipientes de cristal de toda la vida y haciendo las cuentas con papel y lápiz. “Como se ha hecho siempre en los ultramarinos”.

Aun así, traslada que, en los casos en los que la ciudad está cerca de los pueblos, muchos de sus habitantes se van a comprar a los supermercados y a las grandes superficies. Al final, los pueblos se van cerrando, al no haber oportunidades de ningún tipo, añade.

No obstante, Juan de Dios señala que, este tipo de tiendas, ofrecen un servicio y unas atenciones que no tienen nada que envidiar a los establecimientos de la ciudad. Todo lo contrario, con “un trato familiar y de tú a tú”.

Servicio a domicilio

Negocios de toda la vida, pero que han sabido reinventarse, a través de un servicio a domicilio para que los vecinos pudieran saciar sus necesidades, al desempeñar una gran labor durante el confinamiento y el estado de alarma.

Y es que, el dueño de la tienda subraya que llevó pedidos a diversas casas, en la mayoría de los casos a personas de avanzada edad, quienes pedían por teléfono los productos y alimentos que necesitaban. Algo que todavía siguen realizando, todo con el objetivo de ayudar y arrimar el hombro en una gran familia, aclara.

De igual manera ha actuado Carmen, la gerente de la tienda de Hornillos de Cerrato, quien deja claro que se intenta hacer lo máximo posible por el pueblo y sus moradores, al ser el único punto de alimentación de la localidad.

“En cuarentena me pasaban el pedido y me encargaba de todo”, al repartir posteriormente todo lo comprado, ya que no se podía salir. Un aspecto vital para muchas personas mayores, detalla.

En la tienda hay un poco de todo, aunque, si algún cliente quiere algo en especial, no hay ningún problema. Carmen no se queda de brazos cruzados y resuelve la demanda y obtiene el producto o bien solicitado. De igual manera, si alguien quiere productos cárnicos, se pone manos a la obra y realiza el pedido a su carnicero. Hay solución para todo.

La gerente lleva siete años al frente del negocio, aunque no desciende de la localidad cerrateña, sino de Palencia capital, mientras que su marido es natural de Almería. Ambos, con tres hijos, decidieron mudarse al pueblo, tras optar a una oferta del ayuntamiento, en la que se ofrecía una casa a un precio simbólico, a cambio de regentar la tienda de alimentación y el bar.

Afirma en la tendencia del regreso al medio rural “es una cosa interesante”. “Yo no he tenido pueblo y nunca he sabido lo que es vivir en uno, al estar siempre en la ciudad. Solo la tranquilidad que tengo aquí vale más que el estar en la capital, sin olvidar la seguridad para los niños en la calle. Todos los vecinos somos como una familia”, asevera.

Bar y tienda

En Meneses de Campos, la atención la centra el bar Los Tellos, que engloba a una pequeña tienda. Su propietario, con más de seis años al frente del establecimiento hostelero y dos con el despacho de productos, señala que es una oferta “interesante porque siempre falta algo y aquí lo tienen a mano”. 

Un servicio importante que cobra más importancia hoy en día con la crisis sanitaria y la imposibilidad, en muchos casos, de desplazamiento de las personas mayores. En el momento en el que se requiere hacer compras grandes, los vecinos de Meneses, en el límite con la provincia de Valladolid, se tienen que desplazar a Medina de Rioseco o bien a la capital palentina. 

De ahí el papel que juega Cristóbal, a la hora de ofrecer artículos de un uso diario, como el pan, la leche, dulces o conservas, entre otros. Su iniciativa comenzó al considerar la actividad de “relevancia” y un aporte más a un pueblo que mantiene a raya la despoblación, quien asegura que, incluso, ha llegado gente nueva. Por descontado, las gominolas y los productos más golosos no faltan, para sí saciar los impulsos y los caprichos.