La cuidadora de una anciana enferma de Alzheimer se aprovechó de la situación de incapacidad de ésta no solo para quitarle las joyas sino para desplumarle buena parte de su cuenta bancaria, tal y como considera acreditada la sentencia del Juzgado de lo Penal número 3 de Valladolid, que ha resuelto imponerle una condena de dos años y medio de cárcel.

La condena es sensiblemente inferior a la solicitada por el Ministerio Fiscal, que había pedido tres años de privación de libertad, pero contrasta con la absolución que pedía su defensor, y eso a pesar de que la propia denunciada reconoció en el acto del juicio oral que se había llevado las alhajas de la persona a la que, como única misión, tenía que cuidar.

El juez condena a J.A.P. por delito de hurto continuado agravado y, junto con la referida pena de treinta meses de prisión, acuerda que indemnice a la hija de la anciana en la cantidad de 32.000 euros por los reintegros injustificados y en 5.101 euros por las joyas no recuperadas, junto con la entrega definitiva de las recuperadas e intervenidas, según el fallo.

La ahora condenada fue contratada como empleada hogar y cuidadora de A. V, de 83 años, para que desempeñara su trabajo desde enero de 2014 hasta septiembre de 2018, fecha en la que la anciana falleció en su domicilio de Valladolid, donde residía con una hija, declarada incapacitada judicialmente.

La octogenaria padecía en fase inicial en el año 2014, que fue degenerando de manera rápida hasta determinar su ingreso en un centro de día entre las 10.00 y las 19.00 horas los días de diario, encontrándose ya en el año 2016 absolutamente limitada para sus funciones cognitivas al no poder mantener una conversación, desconocer el valor del dinero y actuar bajo el impulso y mandato de terceras personas que le impedían decidir sobre cualquier cuestión de la vida diaria, incluidos los gastos de consumo corriente de una familia.

En esa circunstancia, y aprovechando su situación, la condenada, para obtener un beneficio complementario a su salario de manera ilícita, procedió a vender joyas de la anciana y de su hija en varios establecimientos de segunda mano y empeños, con un valor estimado de más de 5.000 euros.

De la misma manera, y conocedora de que la víctima era poseedora de una sustancial cantidad de dinero en la cuenta bancaria de la entidad CaixaBank, procedió a extraer cantidades periódicas mensuales, hasta apoderarse de más de 32.000 euros.

De ambos delitos se reconoció autora la cuidadora en sede policial porque había visto que le era muy fácil obtener ambas cosas, y así aparece reseñado "que se aprovechó de la situación que se le presentó ya que la familia no controlaba nada y el estado de salud de la víctima había degenerado mucho", aunque en el acto del juicio oral tan sólo confesó el hurto de las alhajas, no así del dinero de la cuenta bancaria.