Con el férreo compromiso de que no utilizará la confianza de los ciudadanos como moneda de cambio y la convicción de que la política es capaz de transformar la historia de los pueblos, Francisco Igea, que se define como un tipo normal, de palabra y terco, muy terco, está seguro de que la "primavera" llegará, aunque tarde, a Castilla y León el próximo 26 de mayo. El candidato de Ciudadanos a la Presidencia de la Junta no tiene miedo al pacto -todos consideran ya a la formación naranja como el partido llave del próximo Gobierno-, pero sabe que no será a cualquier precio. A unos les pide "arrepentimiento, confesión de los pecados y propósito de la enmienda", entre otras cosas, y a otros les informa de que no está aquí para apoyarlos.

-Se presenta como un hombre de palabra en tiempos de medias verdades, ¿qué significa este contrato verbal para Igea?

-Significa todo. En esta tierra la gente hacía tratos en los soportales de Medina dándose la mano, que significaban lo mismo que un papel firmado. Cuando esto se recupera en política, de verdad entiendes que lo que dices es un contrato con los votantes y los ciudadanos, y te cuidas mucho de hacer promesas que no vas a poder cumplir. Eso hace que la política se acerque mucho más a los ciudadanos, y cuando la gente confía en ti la política se convierte en un ejercicio de mucha más responsabilidad que cuando todo es "vamos a vender el mensaje". Hoy los políticos se ocupan más de seguir las encuestas que de cambiarlas. Eso es lo que nosotros tenemos que procurar, que nuestras convicciones muevan las encuestas, no que las encuestas muevan nuestras convicciones, y que la gente se fíe de nosotros.

-En el tiempo en que lleva en política, ¿cuál ha sido su mayor decepción?

-Es bastante evidente.. (ríe) Cuando crees firmemente en un proyecto y te encuentras a personas a tu lado que piensan que la política es una carrera personal. La política es una vocación colectiva de cambiar las cosas y la suerte a la gente. El objetivo no es siempre la victoria. Ganar también es muy importante, porque es la manera de cambiar las cosas, pero el objetivo no es ganar, es cambiar las cosas. No me gusta la gente que piensa que se puede ganar a cualquier precio y que usan cualquier artimaña. La política tiene que ser coherente, que no quiere decir que no sea dura y tenga sus reglas, que a veces tengas que ser crítico, irónico o mordaz, pero tienes que intentar ser coherente con tus principios. En todo este lío, alguien me dijo: "Paco es que tú eres el único político que se empeña en que triunfe la verdad". No, en este partido hay muchísima gente, muchísima, que está superconvencida de lo que hace, desde miembros de la Ejecutiva a afiliados, que es por eso por lo que estamos aquí. Y no defraudar ese espíritu es muy importante. En política lo que más te defrauda es el intrigante. Hay que tener un trabajo al que puedas volver, que es lo que te garantiza ser libre. Cuando uno no tiene otra cosa con la que ganarse la vida y no tiene otras expectativas, solo se puede ser dos cosas o un esclavo o un intrigante, y las dos me deprimen bastante.

-Los hombres también lloran ¿Igea llora? ¿por qué llora?

-Soy un abuelo bastante llorón. Me emocionan las cosas. Lloro viendo películas; en algunas que he visto dos o tres veces, ya lloro antes de que pasen las cosas. Eso es bueno, tener emociones; disfrutar de la vida, reír, vivir con intensidad y poner el corazón en las cosas. En política como en Medicina, esto solo tiene un secreto -se lo decía a los residentes que pasaban por el servicio-, que es ponerse en el lugar del otro, en el señor que está con una bata, delante de un fluorescente, pensando en si al día siguiente va a estar vivo. Y en política es lo mismo, ponte en el lugar de la gente que está trabajando, que se esfuerza, que quiere pagar sus impuestos, que quiere que cambien sus condiciones. Eso no se hace si no tienes capacidad de empatía y de emocionarte y de compadecerte con los demás. Lo resume la frase de Rubalcaba cuando dijo que el día que fuera impasible ante el sufrimiento de los demás abandonaría la política. Eso es lo que tiene que mover a un político, a un médico, a una persona de bien. Una persona que no es buena persona nunca será un buen político. Puede ser un político eficaz, pero nunca será un político de los que cambian las cosas.

-¿La rabia que sintió cuando se vio vencido fue directamente proporcional al orgullo cuando fue designado vencedor?, ¿se sintió menospreciado a lo largo del proceso por el aparato?

-No sentí ninguna rabia. El momento en el que he estado más contento fue cuando pensábamos que habíamos perdido, cuando estábamos allí en el Campo Grande. Ese día me di cuenta de la buena gente que eran todos los que estaban allí, gente que aceptó la derrota con elegancia. Respecto al aparato, no existe; son personas que toman decisiones. En la Ejecutiva hay 40 personas, la inmensa mayoría muy buena gente, que se portaron muy bien conmigo, y luego hay gente que hace lo que hace porque entiende que es lo mejor para el partido y el país. Puedo compartirlo o no, pero me parece lícito. Lo que sí es decepcionante es la trampa, la mentira y la manipulación. Durante el nazismo había que trabajar en la dirección del führer, y no era tan peligroso lo que decía el führer como lo que hacían aquellos que trabajaban en su dirección. Esa es la gente peligrosa, que trabaja para halagar y ser reconocido, y no pensando en la colectividad.

-¿Se ve presidente de la Junta? ¿A lo Borjen?

-Para eso trabajo. No trabajo para ser presidente, trabajo para que este partido esté en la posición mejor para poder cambiar las cosas. El objetivo no es ser presidente, es garantizar lo más posible que los cambios que son necesarios se lleven a cabo, y eso se hace más, cuanto más poder tienes.

-Ha dicho que apuesta por el cambio después de 30 años. Eso se interpreta como un apoyo al PSOE si fuera necesario en la investidura. ¿Es correcto?

-Lamento informarle al PSOE que no estoy aquí para apoyarle, estoy aquí para cambiar las cosas, que es distinto. Y cambiar las cosas no es poner al Partido Socialista que ha hecho las mismas cosas que ha hecho el PP. Nosotros queremos una cosa diferente, que la política no invada la administración; que la libre designación no sea el sistema de elegir y promocionar a los funcionarios; creemos en la independencia de los medios, no queremos que los planes de medios tengan que servir para premiar a quien te ensalza y castigar a quien te persigue. Creemos en otra cosa completamente diferente, que no es lo que propone el PSOE. Cambio no es el cambio de color, es el cambio de políticas. Nosotros haremos eso con quien esté más dispuesto a adoptar estas medidas que son las esenciales. El cambio es una forma de hacer políticas distintas.

-¿Qué tiene que hacer el PP para conseguir sus votos si fuera necesario?

-Un acto de contrición, que incluye muchas cosas, a parte del arrepentimiento, la confesión de los pecados y el propósito de la enmienda. Vamos a tener unas semanas muy intensas en las que la gente va a ver que hay una manera diferente de hacer las cosas. No nos vamos a sentar a negociar tu dame esta consejería, tú coge esta otra, tú esta vicepresidencia y tú este sitio en la mesa. Esa no va a ser la negociación. Vamos a ver cuánto queremos de verdad cambiar la comunidad. Porque si no fuera así, igual sería más fácil que PP y PSOE alcanzaran un pacto. Es otra opción. Ciudadanos lo que pretende es cambiar el curso de las cosas y eso es lo que vamos a hacer. Queremos entrar en la Administración, no queremos permanecer fuera otros cuatro años, pero hemos venido a cambiar las cosas, no a decepcionar a la gente y no a ser consejeros, no es mi objetivo en la política.

-Tres compromisos para los 100 primeros días

-Asunto complejo. El primero, que formaremos un gobierno de acuerdo a las premisas de lograr un cambio radical de la política, de la regeneración y la transparencia. El segundo, que nadie de la Administración tendrá que temer porque no invadiremos ni permitiremos que se invada ni que se tomen decisiones por el color político de los trabajadores. Y tres, buscaremos a los mejores para estar en el Gobierno, independientemente de su adscripción política. Ninguno de ellos cuesta dinero, así que podemos prometerlo.

-¿Qué piensa de cada uno de sus 'oponentes'?

-Alfonso Fernández Mañueco es una representación de la política tradicional. Tudanca es un poco en la línea, pero del Partido Socialista. Ambos son hombres de partido. Pablo Fernández es una persona con mucha capacidad de oratoria; mucha personalidad. Es un buen candidato, pero le estropea su marca. Y José Sarrión es un buen orador. Tiene su punto y por lo demás es un comunista a la antigua usanza.