La campaña electoral que arranca esta noche en Castilla y León está marcada por variados factores y circunstancias que la hacen diferente a todas las anteriores, hasta convertir estos comicios en los más abiertos e inciertos desde los que fraguaron el arranque de la autonomía, en la década de los 80.

Algunas de las claves que marcarán esta campaña son las siguientes:

1.- Adiós a Herrera.

Tras algo más de 18 años al frente de la Junta de Castilla y León y algunos meses de despedida institucional, llega el momento del relevo real. Lo que no está claro ahora es quién será su sucesor. Si la ley no se modifica, no volverá a ocurrir que un presidente esté más de dos mandatos.

2.- Las Generales del 28-A.

Como si se tratase de una especie de segunda vuelta, el resultado del 26-M estará sin duda influido en parte por lo ocurrido en las generales del 28-A, cuando los socialistas volvieron a ganar tras 33 años de dominio popular.

3.- La incógnita de Vox.

Acaban de conseguir 185.000 votos en las elecciones generales, pero solo han obtenido representación en la provincia de Valladolid, donde tienen su único diputado. Esperaban más, pero todos los expertos coinciden en que, en caso de mantener el número de votos en las autonómicas, su irrupción en las Cortes estaría garantizada y podrían llegar a obtener grupo parlamentario propio. La amenaza para ellos se llama voto útil al PP.

4.- La expectativa de los pactos.

La historia electoral de España determina que una cosa es lo dicho antes de las elecciones y otra lo que se hace posteriormente. En un escenario como el actual, marcado por el multipartidismo, los líderes han aprendido a no descubrir todas sus cartas en materia de posibles pactos y, de soslayo, aprovechar cada guiño de sus contrincantes para acusarles de estar cerca de pactar con otras fuerzas. En esa tesitura está fundamentalmente Ciudadanos en Castilla y León: navegando entre un mensaje de cambio y desalojo del PP y a la vez tratando de alejarse de la idea del pacto con el PSOE, que podría ahuyentar a votantes que provengan del PP.

5.- Primarias.

En diferentes formatos, con mayor o menor disputa, con mayor o menor limpieza, es la primera vez en la historia democrática de Castilla y León que los principales candidatos a la Presidencia de la Junta han sido respaldados en unas primarias por sus afiliados o militantes. Las primarias del PP por el liderazgo autonómico sirvieron para, de facto, situar a Alfonso Fernández Mañueco como candidato, si bien su designación definitiva correspondió a la dirección nacional. Caso a parte se vivió en Ciudadanos, con el triunfo a contracorriente de Francisco Igea, que tuvo que superar primero el apoyo de la dirección a la exdirigente del PP Silvia Clemente e, inextremis, recurrir ante el intento de "pucherazo" que le había apartado inicialmente de la carrera.

6.- Sin empates.

Los engorrosos empates en las votaciones de las Cortes de Castilla y León que depararon los resultados electorales de la pasada legislatura, provocados por la igualdad entre los 42 procuradores del PP y los 42 que sumaban en ocasiones la oposición -PSOE, Podemos, Cs, IU-Equo y UPL- no se repetirán en esta ocasión porque están en juego 81 parlamentarios, por lo que la mayoría absoluta estará fijada en los 41 votos.

7.- Votantes menguantes.

Es otra de las derivadas de la despoblación de Castilla y León. Cada vez hay menos votantes, serán unos 2,1 millones el 26-M, el 1,8 por ciento menos que en 2015, lo que ha supuesto que las provincias de Salamanca, Segovia y León tengan un representante menos. De hecho, es la primera vez que Castilla y León pierde el umbral de los dos millones de votantes residentes en la Comunidad -serán 1,96 millones-, al bajar el 2,6 por ciento.

8.- Mítines.

Los mítines y los actos electorales habían dejado paso en las últimas elecciones autonómicas a nuevos formatos de campaña electoral, más centrados en las redes sociales y los medios de comunicación.

9.- Movilización.

Relacionado con lo anterior, la subida en la participación registrada en las recientes elecciones generales puede también tener una incidencia en las autonómicas del 26-M, ya que de mantenerse provocará un cambio de registro respecto a los anteriores comicios. En 2015 la participación rozó el 76 por ciento, ligeramente por debajo -dos puntos- del 78 por ciento que acaba de registrarse en las generales.

10.- El factor arrastre.

El denominado "factor arrastre" tiene diferentes corrientes interpretativas. En el PP confían en que las elecciones municipales le sirvan para atraer votantes que, fundamentalmente en el ámbito rural, vinculen su voto a la cercanía personal y lo trasladen también a las autonómicas. Lo mismo ocurre en el PSOE, pero en el ámbito urbano, después de haber ganado en votos en todas las capitales de provincia el reciente 28-A. Y lo mismo piensan en Podemos, Ciudadanos y Vox, en este caso por continuidad de las generales y como expectativa de las Europeas, que se celebran el mismo día