,

El cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, se pronunció ayer en su homilía de la misa crismal sobre la eutanasia. En relación a la llamada "muerte digna", sostuvo que "es uno de tantos eufemismos inventados en nuestro tiempo para evitar llamar a las cosas por su nombre".

"Cuando una persona pide que se le ayude a terminar la vida porque la pena se le hace insoportable, lo que solicita es en realidad ser tratado con amor", afirmó Ricardo Blázquez quien se refirió al debate de la eutanasia, días después de que este asunto cobrara protagonismo en la opinión pública, tras conocerse la detención de un hombre que ayudó a morir a su mujer, enferma durante décadas de esclerosis múltiple y dependiente de su marido.

"Es verdad que nuestra sociedad nos ofrece medios preciosos a través de los servicios sanitarios, en los hospitales y residencias, con los cuidados paliativos. Pero un sufrimiento largo y extendido es actualmente la soledad. El trato cariñoso de las familias, las visitas de los amigos y la atención delicada de los profesionales de la medicina pueden paliar esa soledad", expuso el cardenal y arzobispo de Valladolid en una misa en la catedral vallisoletana que da inicio a las jornadas del Triduo Pascual.

También Ricardo Blázquez quiso referirse a la situación de la ciudad de Jerusalén, "patria espiritual de judíos, cristianos y musulmanes".

"Debemos compartirla venciendo los intentos de apropiación excluyente. A esta ciudad única en el mundo peregrinamos los descendientes de Abrahán y los discípulos de Jesucristo. Construyendo puentes y abatiendo muros serviremos a la esperanza de la humanidad reconciliada en nuestro tiempo".

Al respecto, Blázquez afirmó que "la pluralidad religiosa no debe provocar la lucha por el dominio de unos sobre otros, "ni a reducir la pluralidad real a la marginación o privacidad", sino al respeto mutuo tanto en la existencia como en la actuación pública sin proselitismos ni condenaciones.

"Es muy oportuno que el Viernes Santo recordemos con gratitud y solidaridad a los cristianos de aquellos lugares, santificados por el nacimiento, la vida y la muerte de Nuestro Señor Jesucristo".

"Que nuestra generosidad favorezca la continuidad de cristianos allí. Sin comunidades cristianas se convertirían aquellos lugares en museo, que se conservaría, pero sin vida la memoria del pasado", concluyó.

Otro de los asuntos a los que aludió Ricardo Blázquez fueron las "acciones abominables" de religiosos.

"Debemos, además de intensificar la comunión orante con el Señor, estrechar los lazos entre nosotros como miembros del presbiterio diocesano. No privemos a los hermanos de la gracia de la fraternidad. Un hermano ausente disminuye el vigor de la comunidad sacerdotal. Todos somos condiscípulos en la escuela del único maestro, que es Jesucristo", afirmó durante la homilía.

Además, apuntó que la "fraternidad humilde" debe llevar al "servicio sacrificado" hacia las personas. "¡Que nunca la autoridad ministerial recibida en la ordenación para edificar la Iglesia se convierta en nosotros en poder que violenta y abusa de otros! ¡Que nunca degenere en clericalismo con las diversas manifestaciones de dominio y humillación que lo acompañan!", sentenció.