La Policía Nacional de Burgos, en el marco de la "Operación Cátedra", ha desarticulado una célula perteneciente a la mafia georgiana a la que se imputa más de medio centenar de robos en pisos de la capital, según informaron a Europa Press fuentes policiales.

En el último trimestre del año 2018 se registró en Burgos un repunte de los robos con fuerza en el interior de domicilio, después de que durante la época estival fueran desarticuladas otras dos células integradas en la Mafia Georgiana, en el marco de las operaciones "Esponja" y "Supergen", las cuales habían operado activamente en la ciudad.

Inicialmente, los investigadores después de analizar los hechos cometidos, trabajaron con la hipótesis de que se trataba de otras dos nuevas células que se habían asentado en la ciudad, ya que actuaban de manera claramente diferenciada.

En la zona sur de la ciudad, los domicilios violentados presentaban restos de hilos de pegamento los cuales habían sido utilizados como testigos marcadores para detectar el trasiego, así como la presencia de los moradores en el interior de sus viviendas.

En estos robos, las cerraduras habían sido violentadas sin dejar restos visibles, es decir utilizando "las técnicas del Bumping e Impresioning", ya que se trataba de cerraduras de llave plana que permite su apertura con estos métodos. Se trataba de viviendas en las que sus moradores habitaban las mismas de manera continua, y no se trataba de segundas residencias.

Paralelamente a la comisión de estos hechos delictivos, se comenzó a detectar en la zona opuesta de la ciudad, un incremento en los robos con fuerza en domicilios, siguiendo unos parámetros totalmente diferentes.

En este caso, los domicilios violentados no presentaban restos de haber utilizado ningún tipo de testigo marcador, y las formas de acceder a los mismos se regían por los métodos de fractura de bombín o apalancamiento, y en algunos casos de "ganzuado', es decir mediante el empleo de ganzúas para atacar cerraduras de borjas o de doble paletón.

En este caso los inmuebles atacados, en la mayoría de los casos, se trataba de segundas residencias y pisos cerrados, rigiéndose para acceder a ellos por otros criterios tales como persianas permanentemente bajadas o acumulación de correspondencia en los buzones.