La ciudad de Ponferrada dispone desde hace más de 15 años de un Museo de la Radio, bautizado con el nombre del locutor Luis del Olmo, nacido en la ciudad, donde se exhiben unos 200 aparatos de distintas épocas con los que ilustrar al visitante sobre la evolución técnica y estética de estos ingenios tecnológicos.

Sin embargo, existe en la capital berciana otra colección capaz de eclipsar a la que alberga el centro museístico, compuesta por cerca de 330 receptores, algunos de ellos de la década de 1940. El propietario de ese tesoro es Sebastián Prieto, un referente en el mundo del motocilcimso en Ponferrada al que todos conocen por "Sebas" o "El Gur", que las conserva con cariño como recuerdo de su tío, con el que compartía nombre y apellido, y que fue uno de los introductores de las tecnologías de imagen y sonido en la ciudad a mediados del siglo pasado.

Sebastián Prieto era también el nombre de la tienda que el propietario original de los aparatos regentaba en la céntrica avenida de La Puebla, desde donde se vendieron los primeros electrodomésticos que llegaron a la capital berciana.

“El primer televisor que se hizo en Ponferrada lo hizo él, por componentes, porque no había tiendas de televisores. Tuvieron que venir con un aparato para instalar la antena y coger la señal porque había un partido de la selección, y cuando lo puso en casa, había gente subida por las escaleras para ver qué era aquello, nadie sabía lo que era”, recuerda su sobrino.

Al respecto, Sebas recuerda a su tío como “un enamorado del sonido” que había estudiado en su juventud un curso de radiotécnico. “Él decía que le hubiera gustado que yo heredara el negocio, pero a mi me tiraban más las motos”, reconoce Sebas, que en la actualidad regenta un taller mecánico y una escuela, Sebastrial, por la que han pasado decenas de pilotos, entre los que se cuentan los ganadores de las tres últimas ediciones del campeonato autonómico de este deporte que hasta hace pocos años contaba con poca afición fuera de Cataluña.

Entre los más de 300 receptores que integran la colección, todos en perfecto estado de funcionamiento, Sebas destaca la existencia de verdaderas piezas de artesanía, especialmente las anteriores a los años 70, que todavía cuentan con una caja tallada en madera.

“Hay un aparato, que lleva en la parte de abajo un amplificador, encima un receptor de radio de onda media, que era lo único que había, y arriba del todo un plato de tocadiscos, pero a los lados lo abres y es un mueble bar”, explica.

Esas piezas más antiguas y elaboradas, la mayoría con caja de madera y su tradicional capilla tallada, provienen de las décadas de los 40 y los 50 del siglo pasado, mientras que en la colección también destacan otros modelos más recientes, fabricados ya con materiales derivados del plástico. “Hay hasta una radio a galena, de las primeras que se fabricaron”, añade Sebas, que desconoce el año de fabricación de este aparato que utilizaba un cristal de sulfuro de plomo para detectar las distintas frecuencias.

La tienda de la avenida de La Puebla fue el epicentro de la distribución de estos aparatos de marcas tan míticas como Iberia, Telephunken o Saba y el punto al que acudían los más interesados en esas por aquel entonces nuevas tecnologías. Una vez retirado del negocio y con la tienda ya cerrada, el propietario del establecimiento continuó volcado en su pasión y se dedicó a buscar y adquirir nuevos receptores con las que engrosar su colección.

“A principios de los 90 aún hizo un viaje a La Coruña en furgoneta para comprar una colección de 'lámparas', término con el que se conocía a las válvulas que formaban parte de las radios anteriores a la invención del transistor.

Además, como algunos de los aparatos que adquiría estaban en mal estado, Sebastián también se dedicó a la reparación y restauración de los mismos, ayudado por su sobrino, que se encargaba de lijar, pintar y lacar las cajas, así como de volver a tapizar la tela que cubría los altavoces de algunas radios. “A veces teníamos que hacer hasta el cristal del dial”, recuerda Sebas, que explica que su tío se hizo también con una máquina para bobinar y un torno para modelar los botones de madera de algunos de los receptores. “Tenía un amigo tornero que trabajaba en Endesa que le enseñó”, afirma.