El poder transformador y motivador de la música queda fuera de cualquier duda al adentrarse un lunes cualquiera en la Sala Respiro de la sede de Aspace Valladolid. Allí, veintidós pacientes con parálisis cerebral y una decena de cuidadoras interactúan tras la comida con cuatro músicos de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, que con cariño, ritmo y el poder lúdico de la música consiguen despertar sonrisas e interacciones a la vez que se crea un ambiente mágico en el que lo sensorial prevalece sobre las barreras físicas o mentales.

A la sede de Aspace llegan hoy el director de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL), Andrew Gourlay, y el director técnico de la agrupación musical, Jordi Gimeno, para compartir con los participantes una iniciativa que echó a andar ocho años atrás.

Durante los cuatro primeros años del proyecto, como explica la gerente del centro de Aspace en Valladolid, Alicia Mateos, fueron los mismos cuatro chelos de la OSCyL quienes protagonizaron el taller, que hasta este año tenía periodicidad quincenal y que desde este ejercicio aumenta su frecuencia a una sesión por semana. "Desde el primer momento hubo un gran recibimiento y empatía con ellos, y los músicos pasaron a ser parte de nuestra familia de Aspace", subraya antes de reconocer que "conectaron muy bien".

Belen Mulero, educadora social de Aspace Valladolid, es la responsable directa de coordinar la iniciativa en el centro, y destaca el "subidón que les entra" cada lunes, cuando "llega la hora de la música". Según explica, "cambian el gesto y la felicidad les ilumina la cara". Gracias a este proyecto, los pacientes tocan sus propios instrumentos e incluso "han bailado Grease y lo hacen fenomenal", explica.

Tambores, panderetas, cascabeles o xilófonos son algunos de los instrumentos de los que se valen los protagonistas, que reciben a Gourlay y Gimeno, acompañados por una pequeña delegación de medios, al son de 'Carnaval, Carnaval', y que los despiden entonando 'Adiós con el corazón', con sonrisas que no mienten sobre lo que les aporta la propuesta.

"Los lunes aquí son musicales", señala Belén, que explica que los pacientes "reconocen el día de la semana por la actividad más importante para ellos", bien sea piscina, caballos o la música. "Para ellos no vienen cuatro músicos, viene la Orquesta, y lo viven con una emoción muy especial", subraya. En ese sentido, Alicia destaca la "gran implicación personal que se crea" entre los músicos y los usuarios, a quienes este encuentro les proporciona "una motivación extra" y les empuja "a nivel anímico y en su propia salud". "Esto les pone las pilas", resume su compañera Belén.

Jordi Gimeno subraya que "el área socio-educativa de la OSCyL es uno de los ejes estratégicos de la Orquesta, junto con el eje artístico y territorial". "A nivel interno enriquece la vida de los músicos profesionales, que así pueden acercarse a colectivos que están en su entorno, saliendo de su dinámica y de su hábitat cotidiano", apunta el director técnico de la formación, antes de que Gourlay reconozca que propuestas así "cambian las mentes de los músicos y les permite reconectar".

Según explica Gimeno, este año la OSCyL suma 16 proyectos a los talleres que realiza en centros con especificidades concretas, bien sean con colectivos en riesgo de exclusión social o con organizaciones del tercer sector. "el objetivo es tener al menos dos talleres de este tipo en cada una de las nueve capitales de provincia de la comunidad", reconoce.