Castilla y León suma 747,3 kilómetros de "riesgo elevado" en sus carreteras, por detrás de Aragón con 780,6. En todo el país, presentan un alto nivel de peligrosidad más de 3.000 kilómetros, lo que supone un 12,1 por ciento del total, según refleja el XVI estudio EuroRAP, que analiza 1.382 tramos de la red de carreteras del Estado que suman casi 25.000 kilómetros y los datos de accidentalidad registrados entre 2015 y 2017.

Por comunidades, la que presenta más tramos de riesgo elevado es Aragón, con el 35 por ciento del total; seguido de Cataluña, con el 16 por ciento y Asturias, con el 15,6 por ciento. Por kilómetros, tras Aragón y Castilla y León, figura Castilla-La Mancha con 430,9.

Por provincias, los ocho primero kilómetros de las carretera N-642 en Lugo componen el tramo más peligroso de la red estatal, seguidos de 12 kilómetros en la carretera N-230 en Lérida, que además repite por tercer año consecutivo por tener un riesgo elevado, y de los más de 60 kilómetros de la N-260 en Gerona.

En cuanto a los ciclomotores y motocicletas, del total de siniestros, el 23 por ciento de los mismos han sido en este tipo de vehículos, con un incremento anual hasta sumar 910 al final del trienio de los 4.011 totales. La A-7, a su paso por Málaga, es el tramo más peligroso para este colectivo; seguido por el que se ubica en la A-2 en Barcelona, y los tres primeros kilómetros de la M-14 en Madrid.

Respecto a los vehículos pesados, a pesar de que en el 21,64 por ciento de los accidentes están implicados, la accidentalidad de este grupo se redujo respecto al año 2016 en casi 90, hasta alcanzar los 242 en el año 2017.

Por tramos, el correspondiente a la A-1 en Burgos, entre el kilómetro 329,3 hasta el 33,6,7 es el más peligroso de España; seguido de los once kilómetros de la A-3 en Madrid, y de los siete kilómetros en la AP-2 en Huesca.