Un gran pináculo de cemento blanco y su revestimiento en mármol destaca en toda esa zona del valle del Carrión. Es visible desde cualquier punto. Una figura de San Pedro, patrón de la localidad, preside el paraje desde lo más alto, junto a una lámpara que añade dificultades cuando ha de ser cambiada. "Pero lo más importante es ella. La quería y la quiero mucho". Se refiere Eutimio a la escultura de Concha, su mujer, casi a tamaño real, que se ubica en la parte baja del obelisco y que la talló un escultor de Barcelona, donde ambos han residido desde los años 60: "Está ilustrada a la perfección. Es de arcilla y la consiguió perfecta, genial. Me emociono cuando la veo".

Simbólicamente mima y acaricia una talla que pesa 700 kilos.

Lo hace siempre que acude al pueblo, cuyos vecinos "están encantados", pues no en vano se ha convertido en lugar de visita obligada.

Ahora, con unos románticos 45 metros hacia el cielo, como titularía el escritor romano Federico Moccia, Eutimio envía un claro y sentido mensaje a su mujer, a la que le ruega que le espere allí arriba.

"Yo sentía que lo tenía que hacer. Se lo debía. Había trabajado mucho y había sacado a los hijos adelante. A la gente le gusta, pero me daría igual si fuera al contrario porque algo me decía que tenía que construirlo. No me arrepiento de nada y me siento muy satisfecho", revela con los ojos humedecidos, sin despegar la mirada de ese obelisco que le une de por vida a su compañera de viaje. Montero ordenó levantar este elemento funerario, habitual de la Antigua Roma, a una empresa madrileña en 1993, cuando falleció su esposa, originaria también de Pino del Río.

"Nos conocíamos desde niños. Y luego, pues como es en los pueblos?", relata con una sincera sonrisa. Mas tarde se fueron a residir a Barcelona, donde tuvieron dos hijos "que ahora están encantados" con el homenaje que su padre le ha hecho a su madre. También sus nietos, quienes no la conocieron, y disfrutan de este espacio que está abierto al público, pero en el que se pide "respeto por el entorno".

No es todo, porque en el cementerio, cercano a esta obra de arte, descansa el cuerpo de Concha en una "pequeña capilla" que su marido encargó. "Mi deseo es estar junto a ella en un futuro", incide emocionado.