P ara defendernos del absurdo, cuando no directamente de la imbecilidad las mejores armas nos las presta el sentido del humor. Pocas cosas descolocan más al adversario dialéctico que un cambio de tercio humorístico en el momento en que defiende con más fuerza y afectación un argumento insustancial.

El juego de la paradoja, la fina ironía, el afilado corte del sarcasmo, o un acertado toque cáustico en el momento oportuno, sirven para desmontar los más gruesos argumentos si están asentados sobre bases falaces. Es verdad que como contrapartida, no pocas veces es el necio el que trata de desmontar un buen y veraz argumento del rival soltando un comentario chistoso, pero qué se le va a hacer, todas las monedas tienen dos caras y el mundo responde en buena medida a un universal código binario.

Lo de Tabarnia -la suma de las zonas costeras de las provincias de Tarragona, y Barcelona, es decir, las más pobladas, las que tienen un mayor desarrollo industrial y, con mucha diferencia, la mayor renta de Cataluña-, como contrapropuesta frente al reclamo independentista de la mayoría de la clase política catalana, es el hallazgo más lúcido y brillante que se haya visto desde que los catalanes "puros" empezaran con su pesada matraca a favor de esa independencia que promueven con voz ahuecada, vestimenta uniformada al estilo del traje Mao y el cóctel de desprecio, vanidad y superioridad con el que envuelven sus exposiciones.

Decía Horacio que el humor es una lógica sutil. Por eso hace tanto daño a quienes tratan de imponer a mamporrazos su lógica parda. La daga más fina puede acabar con la vida de quien empuña un gran sable si aquella es manejada con astucia y habilidad suficientes. Albert Boadella, que es el más genial de nuestros cómicos en activo, o como él mismo se define, un payaso, ha interpretado la mejor oposición al surrealista espectáculo del Puigdemont "exiliado. que defiende un reino que no es de este mundo. La mera formulación de Tabarnia como concepto, -absurdo pero no menos verosímil que la pretensión de una Cataluña intemporal e independiente- ha bastado para someter a los portavoces del independentismo a una presión superior que la generada por la pseudo-aplicación del famoso 155.

Tan es así que ha colocado a los independentistas en la tesitura de tener que defenderse en lugar de seguir atacando. Uno de los momentos más satisfactorios de la semana, políticamente hablando, ha sido escuchar a Ada Colau criticando con dureza y enfado la posibilidad de una Tabarnia escindida de Cataluña a imagen de la pretendida escisión de Cataluña de España. Totalmente en serio la tildaba de payasada sin darse cuenta de que con eso se colocaba a sí misma y a los argumentos independentistas ante el espejo del absurdo.

Leí en el escritor israelí Amos Oz: "Nunca he visto a un fanático con sentido del humor, ni a nadie con sentido del humor que sea un fanático". Pues eso.

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