Aunque han sido muchos los intentos por acabar con su legado, la realidad es que la huella de la expresidenta del PP de León y de la Diputación Isabel Carrasco sigue presente de una u otra manera en la provincia a los tres años de su asesinato. Ayer se cumplieron tres años desde que la todopoderosa política recibiese tres disparos sobre una pasarela del río Bernesga cuando se dirigía a la sede de su partido en la avenida de Salamanca de la capital leonesa.

Los efectuó Montserrat González cegada por el odio al que le llevó el convencimiento de que Isabel Carrasco había lapidado la carrera profesional y política de su hija, Triana Martínez, que poco tiempo antes había visto como no se le renovaba el contrato que la vinculaba a la Diputación como ingeniera de telecomunicaciones. Su muerte violenta paralizó el país en plena campaña para las elecciones generales de ese año y durante tres días su asesinato fue la portada de todos los diarios y abrió los noticiarios de radio y televisión. Pero el olvido comenzó el mismo día del funeral, como demuestra el hecho de que en estos tres años desde su muerte apenas se han celebrado actos en León en su recuerdo.

Frente al silencio de las direcciones regional y nacional del partido, la figura de Isabel Carrasco se resiste a caer en el olvido y cuenta con un nutrido grupo se afiliados al PP en León que siguen reivindicando su legado.

Son aquellos que negaron su voto al alcalde de León, Antonio Silván, en las pasadas primarias del PP en Castilla y León y que optaron por apoyar al otro candidato, Alfonso Fernández Mañueco, regidor de Salamanca. Nadie duda de que era un voto de castigo -casi el 30 por ciento de la militancia en la provincia- a aquellos que quieren enterrar en el olvido el legado de una política que llegó a acumular trece cargos.

Poco antes de su muerte, Carrasco se había enrocado en León arropada por sus fieles y era observada cada vez con mayor desconfianza desde las direcciones regional y nacional del PP, alertadas por los escándalos en los que cada vez con mayor frecuencia se veía envuelta. Su gestión al frente de la institución provincial estuvo salpicada por diversas polémicas y hubo sombras de sospecha sobre la adjudicación de cuarenta plazas de auxiliar administrativo a personas cercanas a su entorno, además de denunciarse sus gastos.