Emocionado y con las pupilas húmedas, el cubano Sergio Rabanillo, que hasta 2013 ocupó la presidencia de la Agrupación de Asociaciones Castellanas y Leonesas en Cuba y es hijo de un emigrante que salió de Triufé, en Sanabria, se dirigió al Hemiciclo desde la tribuna de oradores: "Interpreto esta Medalla de Oro como un reconocimiento de amor correspondido. Un amor que sentimos por esta tierra los que tuvimos y tuvieron que emigrar. Por el amor que Castilla y León demuestra por sus hijos, aquellos que se marcharon en busca de un futuro mejor. Es una mensaje alto y claro de estas Cortes diciendo "¡No los olvidamos!". Un fuerte aplauso inundó la Cámara regional, justo después de que su presidenta, Silvia Clemente, entregará las tres insignias que reconocen a estos "hijos" de la comunidad como merecedores de un símbolo. Y minutos después de que los más de 235 invitados pudieran disfrutar de una breve proyección sobre la realidad de los emigrantes de la comunidad.

Sergio Rabanillo es cubano, pero también es castellano y leonés y de raíces zamoranas. "No dejo de asombrarme de que lo que para mí fue una tarea placentera", ser presidente de la Agrupación de Asociaciones Castellanas y Leonesas en la isla, "es hoy un reconocimiento". "Queremos que nuestros hijos y nietos sientan que las fiestas de aquí son también las suyas y que los lazos sean cada vez más fuertes. Y este compromiso, como buen castellano-leonés, lo cumpliré", espetó, con una promesa plasmada que recogieron igualmente Pedro Bello Díaz, presidente de la Federación de Sociedades Castellanas y Leonesas de Argentina, y María del Mar Díaz, en nombre de Pedro José Díez, presidente de la Casa de Castilla y León en México.

Rabanillo, con su acento caribeño, emocionó con su discurso a algunos de los presentes. Consideró que es la Medalla "de los que a cientos de kilómetros decidieron buscar su vida". En este sentido, recordó que otros "la viven con igual fuerza, aunque estén más cerca, pero la lejanía del continente americano quizás se vive con más añoranza".

No olvidó las peculiaridades de cada lugar de acogida. Cuba tiene dos, dijo. De los miles de castellano-leoneses que residen en la isla, menos de cien son nacidos en Castilla y León, mientras que el resto son hijos y nietos de emigrantes. "Pero amamos esta tierra por referencia, aunque algunos ni la habíamos pisado nunca; mantenemos la añoranza. No con menos cariño mantenemos tradiciones, fiestas típicas o gastronomía", subraya.

La segunda característica que citó está vinculada a la situación económica, "seguramente diferente por ser Cuba también diferente". Y es que los socios de la casa regional abonan menos de un euro al año y algunos mayores están exentos de hacerlo. Pero, al contrario, no es óbice para desarrollar cada vez más actividades gracias a las administraciones "de aquí", como la Junta y algunas diputaciones provinciales. "Sin ellos, el resultado sería imposible", sostuvo este hijo de un sanabrés que emigró hace 112 años y que pudo regresar con 96, ocho meses antes de fallecer.

No menos emocionado, pues él mismo lo reconoció, se dirigió Pedro Bello Díaz, que representó a 16 entidades que componen la Federación en Argentina y a 52.000 "hijos y nietos de la ciudadanía castellana-leonesa". Por ello, agradeció en su nombre y de los antecesores de estas casas regionales, algunas por encima del siglo de historia, la recepción de esta Medalla.

Bello apeló a la "labor altruista" que el colectivo realizado en tierras argentinas, "trabajando horas con una gran desafío, que las nuevas generaciones continúen dando vida a estas casas, que se mantenga la cultura con los cuerpos de baile, profesores, coros, deportes que la juventud pueda realizar, etc. Es un desafío para esta diligencia que hoy dirige esta casa", auguró.

También agradeció las ayudas de la Junta de Castilla y León que proporciona "para la cultura y esa ida y vuelta": programas como el Plan de Becas, Raíces o Añoranza. "Que no se venga abajo", deseó, para dar las gracias, también, a la presidenta de las Cortes, Silvia Clemente. A pesar de que salió de Castilla y León hace 59 años, admitió tener "el corazón partido en dos" y consideró al colectivo "ciudadanos del mundo, pero de España y de Argentina", adonde salieron en "tiempos difíciles". Los castellano-leoneses fueron los segundos con mayor cifra de emigrantes, sólo por detrás de los gallegos. "El trabajo es el lema de los castellanos y leoneses", refrendó, para referirse a que su país de acogida les dio "trabajo, la oportunidad de formar una familia y formar a los hijos en colegios y universidades públicas".

María del Mar Díaz, en nombre de Pedro José Díez y Díez, de la Casa de Castilla y León en México, recalcó que es un "orgullo" que se reconozca a los emigrantes, justo este año que se cumplen 40 años de las relaciones entre el país azteca y España. Para la casa leonesa, denominación con la que se configuró este espacio, "es importante por el recuerdo a los tradiciones, a la Virgen del Camino y su añoranza". Pero no olvidó a Castilla, de la que aseguró tener también raíces.