El citado educador no se ha dedicado en su manuscrito a recoger expresiones sino que va un paso más allá y trata de cubrir todos los campos de la cultura aportando, no solamente su significado, sino su origen. "Hay una parte de investigación y otra de intuición en el libro ya que a la hora de elaborarlo me he encontrado con muchas dificultades debido a la escasa bibliografía. Hoy es más fácil por Internet pero cuando empecé no había nada", apunta.

Y es que la primera edición del libro salió en 1994 gracias el encargo del que hoy es el director del Instituto Cervantes. "Había sido mi profesor durante la carrera y un día se puso en contacto conmigo para hacerme este encargo. No quería un diccionario al uso, sino un libro que se pudiera leer, que indagara en las historias y las contara, que ofreciera un trabajo filológico pero además investigara de donde nacen las expresiones", apunta, antes de reconocer que la propuesta le acabó gustando y envolviendo. Desde entonces y hasta la fecha se han publicado diferentes ediciones y cada año se suele adaptar y revitalizar.

No se encuentran en el libro refranes ya que, según explica Buitrago, hay confusión en la terminología y tienen una carga moral que aplicas a una situación y los dichos no la tienen, estos se usan en un momento determinado sin ánimo de dar ningún tipo de consejo y simplemente con el objetivo de explicar una situación. El autor también trató de evitar las expresiones raras y ofensivas, sin embargo Buitrago destaca que la lengua coloquial no entiende de machismo o racismo y que es el que las utiliza el que adquiere el título. El lenguaje está en continua evolución y las expresiones, por tanto, también están sujetas a cambios e incorporaciones. "Los medios de comunicación generan dichos que acabamos utilizando. Por ejemplo, hasta hace unos años nunca habíamos oído decir "un poquito de por favor" y actualmente todos sabemos a qué se refiere. Otra de estas nuevas expresiones es "A mi plin", fruto de un famoso anuncio y que también ha logrado colarse en el lenguaje. No obstante, hay muchas otras que hemos acabado desterrando", señala Alberto Buitrago. Hay expresiones que vienen de los toros, de la comida, de la mitología, personajes históricos de otros países y cada región cuenta con sus propias expresiones o variantes, que tienen otros protagonistas y se han adaptado a la cultura o la historia típica de cada comunidad o país.

En España utilizamos la expresión "Donde Cristo perdió el mechero" y su variante en Perú es "Donde el diablo perdió el poncho".