Valladolid.- El modelo de regulación y explotación del sector micológico que comenzaron a aplicar en 2003 once municipios en determinados montes de utilidad pública de la zona de pinares de Almazán, en Soria, dentro del proyecto «Myas Q», podría extenderse al resto de zonas productoras de la Comunidad, entre ellas, Zamora, una de las provincias más productora de setas.

Aunque si bien es cierto que esta decisión depende de los ayuntamientos y de las mancomunidades propietarias de las zonas de explotación integradas en el programa «Myas Q» (afecta a toda Castilla y León), se ha demostrado que la venta de una licencia para poder recoger setas permite sostener el recurso y la zona de influencia.

De hecho, el propio consejero de Medio Ambiente, Carlos Fernández Carriedo, en el desarrollo de un encuentro que mantuvo recientemente con responsables de los municipios que participan en este programa, invitó a los alcaldes a aplicar el modelo. Este sistema de permisos consiste en cobrar un precio en función de los usos que se dé al producto, recreativo o comercial. Cuando se trata de personas que lo usan con fines de explotación, tales como restauradores y empresarios de la transformación y comercialización, la tasa es más elevada que cuando se trata de un turista o aficionado. Si es una persona de la zona de influencia, el canon es todavía más bajo.

El fin de esta medida no es otro que el aprovechamiento sostenible y el cumplimiento de un código de buenas prácticas que garantizará en un futuro que la micología permanezca en la zona, ya que la recogida viene marcada por los planes de ordenación micológica comarcales.

También, por medio de guías de usuarios, se indica cómo deben recolectarse los hongos, sin arrancar la raíz para que se reproduzcan, facilitando el depósito de esporas? etcétera. Se trata de un aprovechamiento forestal más, similar al de la madera, resina y piñones.

Los ingresos por la venta de permisos se destinan en las áreas donde ya se aplican a costear íntegramente el funcionamiento de la regulación, desde las labores de coordinación, hasta la señalización, pasando por actividades como controles de buenas prácticas, estudios e inventarios, información y servicios al recolector.

De la iniciativa desarrollada en Soria surgió la elaboración de las guías del Ayuntamiento y del recolector, que no son sino documentos que ayudan a resolver dudas tanto a los órganos administrativos, como a aquellos que se acercan a los montes de esta comarca soriana de Tierras Altas.

Esta implantación de un modelo de aprovechamiento de los recursos micológicos es, precisamente, uno de los objetivos del proyecto de cooperación interterritorial citado con anterioridad, en el que participan 15 territorios de la Comunidad que integran a un total de 986 municipios, el 43 por ciento de los que existen en la región.

Con una extensión total de 35.000 kilómetros cuadrados, una población cercana a los 540.000 habitantes y una superficie forestal de 1,7 millones de hectáreas, estas áreas abrazan 855.000 hectáreas de montes de utilidad pública donde se generan unas 1.500 especies, casi las mismas que aparecen recogidas en el Atlas de los hongos de Castilla y León que se presentó con motivo de las jornadas.

Este recurso generó durante la última campaña 30 millones de euros en la Comunidad y supuso la comercialización de unas 5.000 toneladas, con la generación de 100.000 salarios estacionales, de aquí la importancia de una ordenación al hilo de todas estas posibilidades relacionadas con el desarrollo rural.

No hay que olvidar tampoco, que si hace diez años había entre tres o cuatro empresas ligadas a este sector, ahora son ya 25 las industrias dedicadas a la transformación y comercialización.

Nueva publicación

El Atlas de los hongos de Castilla y León, firmado por los profesores Juan Antonio Sánchez y Aurelio García Blanco, incluye la catalogación de 1.050 especies que se reproducen en la Comunidad, cuatro de ellas nuevas. Busca desde sus páginas contribuir a la información, divulgación y gestión sostenible del sector micológico. Se trata del mayor compendio de especies que existe hasta la fecha, el doble de las que se habían recopilado hasta el momento. De cada ejemplar, los autores incluyen una descripción y una ficha técnica, que acompañan con una imagen para su identificación más sencilla.

La publicación aborda otros contenidos como las intoxicaciones más frecuentes (toxinas, incubación, síntomas, tratamiento y especies), la clasificación de este reino, la relación entre la tipología de bosques de Castilla y León con las especies de setas, así como un glosario. Está estructurado por tipologías de especies, de modo que hay cuatro grandes apartados: el de especies con formas diversas; especies leñosas, con pliegues, ramas o aguijones; especies con tubos y poros, y especies con láminas.

También, aparece una sección sobre las características macroscópicas de los principales hongos, es decir las formas y tipologías de sus sombreros, láminas, la variedad de los bordes, pies y anillos, así como de las cortinas y los tipos volva.

Los autores

El valor científico y divulgativo del Atlas de los hongos de Castilla y León viene avalado por la formación y experiencia de sus autores. Así, Juan Antonio Sánchez Rodríguez, además de ser miembro de la Asociación Micológica de Bresadola (Trento, Italia), ha sido autor de numerosos trabajos sobre la materia, a la vez que ha ejercido como profesor y director de cursos. Es coautor, entro otros libros, de la Guía básica de hongos de Castilla y León.

Del mismo modo, Aurelio García Blanco ha impartido jornadas y seminarios, moderado mesas e impartido conferencias y es autor de trabajos sobre micología en revistas especializadas, así como coautor de libros.

En la actualidad, es el vicepresidente de la Asociación Vallisoletana de Micología de la Federación de Asociaciones Micológicas de Castilla y León.

Las cifras

5.000 toneladas de hongos comestibles se comercializaron en la última campaña en Castilla y León, según las asociaciones de empresarios y recolectores que operan en la Comunidad.

30 millones de euros generó esta actividad en el último año en toda la región, lo que avala el aprovechamiento de los hongos silvestres como una fuente de recursos.

100.000 salarios proporciona esta actividad cada año, según un estudio de la Consejería de Economía.

25 empresas se dedican en estos momentos a la transformación o comercialización de los hongos silvestres.

986 municipios de la Comunidad, lo que representa al 43 por ciento, participan en el proyecto «Myas Q».

35.000 kilómetros cuadrados es la extensión que comprende el proyecto, aproximadamente el 32,23 por ciento de la región, con una población cercana a los 540.000 habitantes.

1,7 millones de hectáreas de superficie forestal, de las que 855.000 son montes de utilidad pública, ocupan el territorio de actuación del programa.

1.500 especies pueden encontrarse en Castilla y León, de las que 56 son de una gran calidad gastronómica y ocho, de gran interés comercial.

El Atlas de los Hongos recoge 1.050 especies, cuatro nuevas

? Plectania zugazae. Es una de las cuatro nuevas especies identificadas. Localizada en Viana de Cega (Valladolid) habita en suelos húmedos, entre musgos, y suele aparecer en primavera. Su valor comestible no presenta gran interés, según los autores del libro, que añaden que es de color negro uniforme por ambas caras, de entre cinco y veinticinco milímetros, con un rizo morfo mezclado con tierra.

? Autocapillitium filiforme. Habita en un encinar, en forma subterránea a entre cinco y diez centímetros de profundidad, en Migueláñez (Segovia). Se puede confundir con una Bovista plumbea. Su valor culinario es inapreciable. Membranosa, lisa, blanca, con dehiscencia irregular por desintegración, sus esporas son de color negruzco, globosas y sin pedicelo. Se publicó como nueva especie en 2000.

? Inocybe

aurantiobrunnea. Se localizó por primera vez en los montes de La Santa Espina, en Castromonte (Valladolid), donde fructifica de forma abundante, pero solamente en un espacio de terreno muy limitado. Llama la atención el color anaranjado intenso de la carne, sobre todo en el pie. Habita en bosques mixtos de encina y pino, en terrenos calcáreos muy soleados. No se conoce su comestibilidad.

? Inocybe pseudoorbata. Se aprecia por la aparición de un abultamiento del terreno, antes de romper la cara superficial. Se descubrió en Aldeamayor (Valladolid). Por el color de sus láminas -rosa intenso cuando son jóvenes y marrón cuando se convierten en adultas- puede llegar a confundirse con un champiñón. Aparece con la primavera y el otoño y su comestibilidad se desconoce.