Valladolid.- Los bosques de Castilla y León crecen y con ellos la región. La cantidad de árboles de la Comunidad se multiplicó por tres en los últimos treinta años, lo que supone que la masa arbórea supere los tres millones de unidades y alcance un valor de 32.000 millones de euros. De esta cantidad, el 45 por ciento se corresponde con el valor medio ambiental y el 38 por ciento con el productivo.

Es más, la media de superficie arbolada por habitante es casi cuatro veces más que la de la Europa de los 25, lo que indica que hoy a cada habitante le correspondan 1.200 árboles o 1,20 hectáreas de superficie forestal, muy por encima de las 0,36 de la media europea, según los últimos datos del tercer Inventario Forestal Nacional (IFN).

Estas cifras producen que Castilla y León sea la región con mayor cantidad de bosques. De hecho, si se comparan con otros territorios, se convierte en la primera Comunidad en superficie forestal arbolada, hasta el punto de que sólo la superan dos países en su conjunto, Finlandia y Suecia, que ocuparían el primer y segundo lugar.

Todos estos datos se trasladan en recursos económicos y ambientales. La madera, con casi 10.000 millones de euros, constituye el concepto de mayor valor, más aún si se tiene en cuenta que este sector ocupa a unas 14.000 personas. Si bien, el futuro es prometedor, ya que si en la actualidad la explotación se centra en la madera para la construcción, los usos energéticos, turísticos de naturaleza y los productos selvícolas son elementos que comenzarán a generar riqueza en próximos años y, por ende, desarrollo rural y de las áreas periféricas de la región.

Pese a que la madera que se extrae de los bosques asciende a los 1.971 millones de metros cúbicos al año, los bosques crecen algo más de siete millones, con lo que las administraciones están garantizando el principio de persistencia.

Además, aquí se da la paradoja de que la región exporta unos 241.000 metros cúbicos de madera e importa 954.1000, lo que se debe a la generación de una industria especializada que precisa comprar materia prima por su elevada actividad.

certificación europea. A esto, se une que hoy en Castilla y León hay unas 100.000 hectáreas que cuentan con certificación europea, de las 300.000 que están repartidas por toda España, de lo que se desprende la preocupación por vender madera con garantías, partiendo de la sostenibilidad del recurso. Además, la Consejería de Medio Ambiente espera que cuando finalice la presente legislatura lleguen a las 500.000, con lo que el sector maderero seguirá creciendo.

A estas medidas para proteger los bosques y asegurar un producto respetuoso con el medio ambiente, se sumará una certificación propia de la Autonomía con lo que la trazabilidad del producto se asegurará. Esto también dará un valor añadido al producto, como hoy ocurre con las denominaciones de origen y marcas de garantía de los alimentos y los vinos, por ejemplo. Este marchamo de calidad permitirá al cliente saber ante qué productos y calidades se encuentra, como ocurre con el "pino Soria" y el "pino Burgos", con reconocimiento en el sector por sus propiedades.

Junto al valor económico de la producción de madera, el valor de los bosques también se mide en contenidos ambientales y, en concreto, ascienden al 45 por ciento de su total. El resto se lo reparten el productivo, con el 38 por ciento ya citado, y el paisajístico y de recreo, 17 por ciento.

Dióxido de carbono.

Hoy la masa arbolada de Castilla y León es capaz de fijar siete millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), lo que equivale a la absorción del 40 por ciento de las emisiones autorizadas a las empresas afincadas en la Comunidad para el presente año (17,3 millones de toneladas de CO2).

Esto implica el alto potencial de los bosques de la región, más aún si se tiene en cuenta que la región es la cuarta en derechos de emisión por la actividad de sus industrias. Si estos datos de lo que se pueden llamar almacenes de carbono y sumideros de CO2 se desglosan por especies, las frondosas fijan un 54 por ciento del total, algo más que las coníferas que completarían el 46 por ciento restante.

INVENTARIO

Este estudio, realizado por el Ministerio de Medio Ambiente en colaboración con las consejerías del ramo de las diversas comunidades autónomas, tiene como principal objetivo suministrar información estadística sobre el estado y la evolución de los montes españoles. Se centra, principalmente, en las masas arboladas.

El primer Inventario Forestal Nacional se elaboró en 1970, doce años después vio la luz el segundo, en 1970, y el actual está todavía en proceso de elaboración, ya que no cuenta con datos de todas las regiones. Se calcula que se cerrará en dos años.