La tercera revolución. Algunas de las grandes compañías automovilísticas están preparando el despegue del coche de hidrógeno, una variante del eléctrico más sostenible aún y con mayores ventajas. Los precios siguen siendo su principal obstáculo.

La batalla de la Unión Europea y del mundo en general por reducir la emisión de gases de efecto invernadero y frenar así el impacto de la crisis climática se centra especialmente en la movilidad sostenible. El reto fundamental consiste en conseguir la fabricación de coches eléctricos con buenas prestaciones, autonomía y precio, factor, este último, que sigue siendo todavía uno de sus principales inconvenientes. Por ello, junto a la movilidad eléctrica de baterías, resurgen en los últimos años los esfuerzos por incorporar el hidrógeno como combustible para propulsar unos motores completamente ecológicos, hasta el punto de conseguir emisiones cero. Y es que lo que se expulsa por los tubos de escape es vapor de aire, inocuo para el medio ambiente.

Los vehículos propulsados por hidrógeno constituyen la nueva generación de vehículos eléctricos. Esta tecnología de vanguardia se basa en una reacción química entre el hidrógeno y el oxígeno en el interior de las pilas de combustible, en lugar de basarse en la quema de combustibles fósiles.

El hidrógeno es limpio, seguro, y supone el 70% de la materia del planeta. Aunque no se encuentra de forma libre en la naturaleza, existen múltiples modos de obtenerlo y eso hace que sea virtualmente inagotable, al ser el elemento más presente en el universo. Además, su relación peso/volumen es muy baja y posee un rendimiento energético considerable, por lo que puede utilizarse sin problemas para propulsar vehículos.

Este gas es entre dos y tres veces más eficiente que los motores convencionales, por lo que permite llegar más lejos con menos combustible. Los vehículos propulsados por hidrógeno evitan las emisiones de CO2 y de otros gases. No hay que olvidar que incluso los eléctricos convencionales siguen causando emisiones cuando se enchufan a la red eléctrica, que aún se abastece en buena parte de fuentes sucias.

Obtención del hidrógeno

Ahora bien, los expertos recuerdan la necesidad de que los sistemas para obtener el hidrógeno no sean a su vez contaminantes, pues de lo contrario no es posible hablar de emisiones cero. El portal especializado E-Automotive explica que el hidrógeno se puede obtener de dos formas: haciendo reaccionar vapor de agua con gas natural (lo que sigue emitiendo cierta cantidad de CO2) o bien por el sistema de electrólisis. Este otro procedimiento requiere mucha energía, pero si ésta procede de fuentes limpias ahorra cualquier tipo de emisión.

Axel Rücker, responsable del programa de hidrógeno en BMW, explica que el hidrógeno producido mediante energías renovables (como parques eólicos) no genera ningún tipo de emisiones de carbono. Y, al convertirlo en electricidad, la única emisión es agua. También es fácil de almacenar y transportar, lo que permite aprovechar al máximo el potencial de las fuentes de energía renovables.

A partir de ahí, el funcionamiento es similar al de un vehículo eléctrico, pues dicha energía eléctrica es utilizada para la impulsión, incluso en el caso de vehículos pesados, pues aunque los depósitos de hidrógeno son de grandes dimensiones, el peso de los mismos es bajo (170 litros de hidrógeno pueden pesar unos 4 kilogramos).

Con muchas de las ventajas de los coches eléctricos, los propulsados por hidrógeno carecen además de algunos de sus inconvenientes. Por ejemplo, a la hora de recargar los depósitos, pues se trata de una operación que no lleva más de cinco minutos, a diferencia de los largos periodos de recarga de las baterías de los vehículos eléctricos. Además, la autonomía es similar a la de los coches convencionales de gasolina.

La razón de los precios

¿Por qué son tan caros estos coches aún? Actualmente, un kilogramo de hidrógeno cuesta 9,50 € en España. Con esa cantidad, un vehículo puede recorrer aproximadamente 100 kilómetros.

Por tanto, actualmente el coste por kilómetro de un coche de hidrógeno casi duplica al de un vehículo con batería que se pueda recargar en casa. Axel Rücker espera que estos costes acaben equiparándose: «Si la demanda de hidrógeno aumenta, el precio por kilogramo podrá bajar hasta los 5 € en 2030». «Lo del motor de hidrógeno es como el problema del huevo y la gallina», explica. «Mientras la red de repostaje de hidrógeno sea tan escasa, la baja demanda de los clientes no permitirá que se produzcan en masa coches de hidrógeno. Y mientras no haya este tipo de vehículos en la carretera, las operadoras tendrán muchos reparos para ampliar su red de hidrogeneras». Por el momento, los protagonistas de esta historia han sido las grandes empresas energéticas y asociaciones de corporaciones automovilísticas.

En la actualidad, es posible encontrar sólo tres modelos de coches de hidrógeno en los concesionarios: el Hyundai Nexo, que ya lleva casi 5.000 unidades vendidas en todo el mundo, el Toyota Mirai, con 2.400, y el veterano Honda Clarity FCEV, con 350. No hay más oferta, de momento, aunque está a punto de presentarse el Mercedes Benz GLC F Cell.

El Hyundai Nexo de pila de hidrógeno ha obtenido ya la calificación de 5 estrellas en el test de seguridad Euro NCAP, lo que le convierte en uno de los SUV más seguro del mercado, según asegura la firma coreana.

Pero las empresas están moviendo ficha, pues cada vez hay más modelos en el tablero de dibujo, listos para pasar a la cadena de montaje.

Alemania quiere 60.000 vehículos en 2020

Las cifras de coches movidos por hidrógeno en el mundo son aún testimoniales (más aún en España), pero algunas compañías han decidido pasar de las palabras a la acción. Hyundai, BMW, Mercedes-Benz o Toyota trabajan para que la pila de combustible de los coches de hidrógeno alcance un precio razonable en pocos años. De hecho, BMW quiere que en cinco años estos coches cuesten lo mismo que los vehículos convencionales de gasolina. Son palabras que han producido asombro, por su osadía, pero es que esta compañía tiene como objetivo que, dentro de veinte años, todos los coches que fabrique sean de hidrógeno. «Si se miran los planes que tiene países como Japón, Corea y otros, todos ellos ven una ventana de oportunidad entre 2025 y 2030 para igualar el coste de la pila de combustible con la tecnología convencional», ha afirmado el directivo de BMW Jürgen Guldner. Será todo un reto alcanzar semejante bajada de precios, porque actualmente el Toyota Mirai cuesta 80.000 euros y el Hunday Nexo, 72.000.

Pero las palabras de Guldner no parecen ser un brindis al Sol. Su compañía se ha asociado con los productores de hidrógeno y las operadoras de estaciones de servicio en la iniciativa Clean Energy Partnership. Su objetivo es la expansión de la red de hidrogeneras hasta los 130 puntos de repostaje en el año 2022. Eso permitiría que hubiera hasta 60 000 vehículos de hidrógeno en las carreteras alemanas. La siguiente etapa de la expansión de esta tecnología sería ir aumentando los puntos de repostaje hasta 400 en 2025, a medida que crezca la adopción de este tipo de vehículos.

Existe ya, por tanto, un plan en marcha para que Europa empiece a despertar en este campo, como lo ha hecho Corea del Sur desde hace tiempo.

Ese país asiático es la referencia mundial para el hidrógeno. Para 2022 quiere tener operativas 310 hidrogeneras (ahora ya existen 90), un número que podría ascender hasta las 1.200 dentro de veinte años. En los próximos dos años Corea del Sur quiere tener sobre sus carreteras 67.000 coches de hidrógeno, que supondrían una demanda de 30.000 toneladas de este elemento.