Los socios presentes de “Amigos del Cante”, alguno por encima de las siete décadas, no solo bendecían la velada, además hacían votos por que se repitiera: “Este concierto es lo mejor que podía haber hecho La Peña”. Esta programación se ha hecho, y la intención es incluir nuevas propuestas vanguardistas. Cinco músicos de altísima formación musical, todos vinculados con el epicentro formativo de la música flamenca académica, esto es el conservatorio de Córdoba, más o menos de la misma edad y provenientes de las tres regiones peticionarias a la UNESCO para que el flamenco, esa música que desde sus orígenes ya era universal, lo fuera oficialmente.

Salón del Centro Cultural de Caja Rural con lleno absoluto, siendo necesario habilitar nuevas sillas para dar acomodo a personas que no se habían podido hacer con la correspondiente invitación, y con mejores o menos buenas condiciones, todos pudieron disfrutar del monumental concierto.

Abren la magnífica velada por bulerías con claros guiños a Camarón y a Fernanda de Utrera. En este primer palo, perfectamente planificado, los cinco músicos dejan claramente de manifiesto sus potencialidades individuales, y lo que es más importante, el grupo por encima de todo. El virtuosismo celestial con su flauta travesera de Sergio de Lope. La contundente estructura musical proporcionada por el onubense Juanfer Pérez con su bajo eléctrico. La mayúscula percusión llena de recursos, siempre presente y a la vez ausente de Javi Rabadán; ese acariciador toque de la bajañí del gran David Caro para estar en todo fundiéndose en el conjunto y, la apropiada voz de El Mati. Un cantaor cabal e inteligente donde los haya que es capaz de innovar partiendo de las raíces y explotar al máximo sus recursos. Insisto, una experiencia inolvidable para el flamenco zamorano.

Continúan por tientos – tangos con interpretación inicial del cantaor y letra de Sergio de Lope, sobre Manuel Rodríguez Manolete, el gran torero que llenó toda una época. Además de incorporar ecos del “Sólo quiero caminar” de Paco de Lucía.

Siguen con soleá, iniciada por nana (“Del caballo grande” de Federico García Lorca) y adaptada por Camarón. Cierran este tema por aires de Cádiz, acordándose de El Mellizo, Paquirrí El Guanté, Camarón e incluso alguna breve melodía tomada prestada de la música negra de compás. Perfecto.

Bulerías. Es la única parte de la actuación en que Sergio utiliza el saxo para, una vez más, pellizcar y emocionar sobremanera a la concurrencia.

La incursión en el cante minero – levantino que hacen es perfecta. Eligen un estilo seguro y de gran lucimiento, taranto, uno de los palos habituales en el Festival Cante de Las Minas por su contundencia e intensidad.

Cierran esta monumental velada por alegrías de Cádiz. De nuevo el virtuosismo individual y sobre todos el del grupo -su gran e inexpugnable fuerte- para deleitarnos con nutridos ecos de la Tacita. Sergio con su flauta mágica, entona estructuras musicales clásicas y El Mati, en un vaivén de experiencias multicolores, da respuesta por derecho, pero de otra forma.

En definitiva, un éxito en todos los sentidos.