Ya desde las siete de la tarde, peñistas, aficionados y artistas se iban congregando en torno a Peña Trevinca 14, sede Amigos del Cante, para disfrutar de una jornada de asueto y avenencia en torno al universal arte. Estaban todos los que son y estaban todos que están. Así da gusto al encontrarse entre amigos de verdad. Se contó con las dos mejores sonantas de Zamora: Luis González de Sanzoles y El Montoya zamorano, Miguel El Churre de Toro. Casi nada. Como suele ser habitual, se empezó con un primer rondo de dos cantes para cada artista. Decir, que todos quieren más…y mucho más.

Rompe la sosegada velada Eduardo Abril con la bajañí de Luis el de Sanzoles por malagueñas de Chacón, Mellizo y fandango de Cayetano Muriel El Niño de Cabra. Sigue por mariana inspirada en Menese y por lo tanto con letra de Francisco Moreno Galván.

José, El Huracán de Madridanos, hace bambera y caracoles, también con la bajañí del de Sanzoles. Apoteósicos y geniales los dos.

Llega el turno de Yoli Arévalo con la guitarra del maestro toresano Miguel El Churre. Peteneras, la primera de La Niña de Los Peines y la segunda de Medina El Viejo, con cierre por vistosas alegrías.

Lolo Pérez, el de Moraleja del Vino, pese a tantos impedimentos, le ha cogido el gustillo y se suma gustoso a la cita para hacer tientos y canción por compás del mismo palo bajo la batuta del sanzoleño.

Gema al aparato. El gran amigo Vicente El Campanero, aficionado donde los haya, nos sorprende gratamente con tangos aguajirados del Piyayo y ya establecidos como de Málaga. Preciosos. Con cierre por magníficas alegrías y el buen toque de Luis. Así da gusto.

Pepe Mazo, uno de los tres socios fundadores que le quedan a “Amigos del Cante” -cumplidora este mismo año de sus cuarenta y cinco velas- interpretó descarnadamente, sin aditivo alguno, sin voz, sin ningún atisbo de mínimas facultades, sin nada que tenga que ver con la prepotencia cantaora, soleares para enmarcar. ¿Dónde está el secreto? Relativamente fácil y a veces imposible: los silencios y el sentido del compás. Lorca y Mairena lo llamaban duende.

El buen gitano flamenco de Zamora, Quique de la Juana, con la bajañí de El Churre, remueven los más vetustos cimientos de la venerable Peña para interpretar tientos coronados de tangos y bulerías.

La cosa no terminó aquí. Churre, con el imprescindible fondo de Luis González, completamente enduendado como es habitual en él cuando está a gusto, y en Amigos del Cante lo está siempre, hicieron las delicias del respetable interpretando “Agua Marina” del maestro de Algeciras, dando entrada a un nuevo rondo de fandangos a cada cual mejor.

Lo dicho, noche excelsa y con deseos de continuidad, que tendremos en pocos días. Sin duda disfrutaremos e informaremos adecuadamente, como es habitual.