Y de paso a todos los asistentes al monumental concierto en “Amigos del Cante”. Y eso que Antonio no estaba en su mejor momento por un acusado resfriado propio de la estación en la que estamos. Pese a que ambos, Antonio Puerto, cantaor y Rafael Romero guitarrista, era la primera vez que venían a Zamora, eran conocidos y por ello deseados. Las expectativas se cumplieron con creces. Sobre Rafael, tengo que anticipar que para mí era completamente desconocido, tanto en su importante faceta de lutier, como de excelso tocaor para el acompañamiento.

Antonio estuvo en la línea de lo esperado: simple y llanamente pluscuamperfecto. Cantaor cabal y enciclopédico donde los haya, generoso en el esfuerzo y la entrega, perfeccionista en los matices y el control de los melos, conocedor profundo de sus fortalezas y debilidades, de singular escenografía y, sobre todo lo demás, su saber ser y estar gitano y flamenco. Sin duda, ambos, cantaor y guitarrista se constituyeron en algunos de los más grandes artistas que hayan visitado “Amigos del Cante” a lo largo de sus cuarenta y cinco años de historia.

Abren por malagueña grande de Enrique El Mellizo precedida por la media granaína de Chacón según estableció Pepe Marchena y popularizó Aurelio Sellé.

Primera entrega de soleares. Las dos primeras de Joaquín de La Paula, la tercera de su hermano Agustín Talega, la cuarta de La Roesna, Joaquín de nuevo y cierre por solearilla. Público encandilado y aplausos a raudales.

Tientos, con repaso localista, especialmente Cádiz y conclusión por tangos.

Fandangos “Dedicados a las mujeres. Voy a hacer unos fandanguitos, que yo los hago a mi forma, pero dicen que son del Gloria” Se refiere a Rafael Ramos Antúnez, artísticamente El Niño Gloria. Hicieron tres.

Acaban esta memorable primera parte por alegrías, introduciendo, como a lo largo de todo el recital, coplas creadas por el mismo, y en varios casos alusivas a El Puerto de Santa María.

Inician la segunda parte con el solemne y dificultoso cante por toná. “Quiero dedicárselo a un gran aficionado de esta maravillosa tierra, Caroles”. Aquilino López de La Iglesia fue uno de los socios fundadores de “Amigos del Cante” allá por septiembre de 1974. Dos tonás. La segunda en claro homenaje a su paisano, José El Negro.

Continúan por soleares de Cádiz. Todas siguiendo la senda de Aurelio Sellé. Las tres primeras de El Mellizo, siguiente de Paquirri El Guanté, la quinta creación personal de Aurelio a partir de los cantes de Curro Frijones, y la última, asimismo de El Guanté.

“Para acordarnos también de Almería”. Ejecutan dos preciosos tarantos de impecable factura.

“No quiero terminar sin recordar a El Lebrijano y a Félix Grande en su disco Persecución” interpretan los personales tangos lentos de Juan Peña, bautizados por el de Lebrija como “cante por galeras” y rematados por dos seguiriyas, la primera de Jerez y el cierre del Puerto, en concreto de Perico Frascola.

Finalizan la magistral velada por fandangos, seis, todos ellos siguiendo los cánones onubenses de Paco Toronjo. La lírica de los dos últimos, en un acto que lo honra y define, tuvo que seguirla papel en mano. Eran alusivas a nuestra tierra. Especialmente a la Vía de La Plata.

En resumen, lo vaticinado, noche monumental, tanto en el cante como en el toque, por eso, al final con todo el público puesto de pie sin dejar de aplaudir, se oyeron voces muy significativas de ¡Hasta pronto!...Esperemos que así sea.