Con el cartel de entradas agotadas y el consiguiente lleno absoluto, el público zamorano, y de otros lugares de provincias limítrofes, se dieron cita para despedir este memorable ciclo. Nadie salió defraudado. Los aplausos estallaron desde el principio hasta la prolongadísima y resonante aclamación final. El flamenco sigue vivo, muy vivo en Zamora, y el entusiasmo por él volvió a ponerse de manifiesto el pasado jueves.

Abre la niña María Terremoto con la bajañí de Nono Jero y las palmas de Dani Bonilla y Manuel Valencia. Bulerías por soleá, dos de Antonio La Peña, María La Moreno, El Gloria, tres de Curro Frijones y solearilla. Con este primer cante el público ya estaba metido completamente en faena. Tientos y tangos, parte de éstos últimos puesta de pie y fuera de micrófono; alegrías de Cádiz y de Córdoba, para terminar por larga entrega de bulerías con patadita incluida recordando a la saga familiar. Son despedidos con alargado y fuerte aplauso. Definitivamente María mostró desenvoltura y saber estar sobre el escenario, llenándolo en todo momento, resultando su madurez artística impropia de una cantaora a su edad. Lo había pronosticado, ahora lo confirmo, La Terremoto es mucha Terremoto y está llamada a escribir una época gloriosa en la historia del flamenco, como lo hicieran su abuelo y su padre, aun teniendo en cuenta su precocidad al dejarnos, el primero con cuarenta y siete años y su padre con cuarenta. Descanso.

Sale el solemne y genial Diego Amaya para apuntar entrada de zambra, inmediatamente lo acompaña Antonio Reyes haciendo repaso antológico del palo y de paso homenajear a Manolo Caracol. Continúan por soleares, Joaquín, Frijones, Serneta, de nuevo Frijones, Teresa Mazzantini, Andonda y Juanillero. Lluvia de aplausos. Tangos, finalizados por fandango del Carbonerillo, en dicho compás. Momento sublime y álgido con las seguiriyas, la primera de Manuel Torre, segunda de Diego Marrurro y cierre de Perico Frascola. Espectaculares tanto cantaor como guitarrista. De lo mejor, por no decir lo mejor de un Ciclo de alto nivel. Larga riestra de bulerías lentas puesto de pie y acordándose de Luis de La Pica al final. Como ya dije, aplauso dilatado y caluroso, lo que hace que los artistas nos premien con tres fandangos más, el último de Niño Gloria.

Apoteosis y excelente sabor de boca de esta última entrega para guardar eternamente en el recuerdo. La mala noticia es que el Ciclo tocó a su fin, la buena –buenísima- es que esta última pareja, Antonio Reyes y Diego Amaya volverán a nuestra ciudad para ser parte del XLVIII Festival Flamenco de Zamora. Y eso será el viernes 29 de junio, día de San Pedro, fecha cumbre de la programación, por ser nuestro patrón,…..y por ser el día del flamenco con mayúsculas, el santo y seña musical de nuestras fiestas.