Ya sabemos que este maridaje viene de lejos. De muy lejos, incluso cuando hablamos de artistas míticos y populares desde hace más de siglo y medio. Cante y toros, como muy bien dice en su libro Paco Peña, primos hermanos.

Una noche apoteósica e inolvidable en la que estuvieron todos los que son. Insisto, no se de toros pero me informo. “Amigos del Cante” además de poner el cartel de “imposible uno más”, congregó lo más florido del quejío y de los cuernos. Paco Peña, el excelso banderillero, llevado en volandas por la sonanta más gloriosa de Paco Javier Jimeno, hicieron temblar los venerables cimientos de Peña Trevinca. No era para menos. Entre el respetable estaba lo más florido de la afición, al cante y a los toros. Empezando por el insigne maestro de Villalpando, don Andrés Vázquez, acompañado por el gran Alberto Durán, además del célebre director cinematográfico Juan Figueroa. No venían solos, también estaba Celedonio Pérez, que a la postre hizo de improvisado presentador junto al presidente peñista Santiago García Martín, ambos flamencos y taurinos, dieron la bienvenida a la tumultuosa afluencia, y se acordaron también de la caza, representada por el conocido Lorenzo Masero. Además de los geniales cartelistas del Festival Flamenco de Zamora, Fernando Lozano Bordell y Satur Vizán. Repito e insisto, velada histórica en los cuarenta y cinco años de existencia de la venerable Peña.

Abren los artistas por toná. Continúan por cantiñas coronadas por bulerías de Cádiz. Simple y llanamente antológicas.

Sevillanas corraleras de temática taurina que hicieron que el respetable se comiera los puños. Siguen por tangos, personales y con letra, además de preciosa, propia y claramente deudora de los encantos de las dos gitanerías jerezanas: Santiago y La Plazuela. Hacen descanso.

Encaran la segunda parte por malagueñas, la corta y la grande de Enrique El Mellizo. Continúan por soleares, también siguiendo los cánones del creador de la calle Mirador esquina con Botica, en el santuario flamenco de Santa María, Enrique Jiménez. Mucho Mellizo. Dos soleares, dos más de Alcalá en la línea de Joaquín el de La Paula y cierre forzado pero precioso de Tío José de Paula. Aplausos a raudales. No podía ser de otra forma.

Encaran seguiriyas de Juanelo, Paco La Luz, Joaquín La Cherna y cabales del Sernita, aprendidas de Carito –al que el flamenco le debe relevancia- siguiendo los preceptos del Loco Mateo. Bulerías salpicadas de lírica taurina. Apoteósico y prolongado aplauso con auditorio de pié. Los artistas saludan y agradecen por fandangos, muy en la estela del Almendro. Eso sí, después de pasados por el tamiz de Manuel Agujetas.

En resumen, noche para los anales sobre un hermanamiento glorioso entre lo jondo y lo taurino.