He anticipado la calidad manifiesta del Ciclo de esta hornada 2020 en su conjunto, con ofertas distintas, de alta calidad y tremendo atractivo, por unas u otras razones. El pasado jueves tocó turno el flamenco instrumental de más inspiración y encanto en el presente, el próximo al baile, el último al cante gitano por derecho con un cantaor cuajado y otro que empieza, y hoy, le tocará a dos artistas completamente diferentes. Los dos, profesionales maduros, contrastados desde hace décadas, él, gitano cordobés y ella, paya malagueña.

Del cordobés Manuel Moreno Maya, artísticamente El Pele, escribí en estas mismas páginas de La Opinión – El Correo de Zamora hace unos años, con motivo de una visita nuestra ciudad, lo siguiente: “El auténtico trasgresor del flamenco elevándolo a arte supremo no es Morente es Manuel Moreno Maya, artísticamente El Pele. Éste lo hace por vocación innovadora y el otro por necesidad ante la falta de facultades. Sin embargo el granadino tiene mejor marketing para vender humo. El de Córdoba posee un conocimiento profundamente cabal del flamenco para “distorsionarlo” creativamente hasta conseguir arte sobre el arte. Y sin dejar de ser fiel a las raíces más ortodoxamente flamencas”. Queda dicho. En esta ocasión será el también gitano y cordobés Niño Seve quien lo acompañe. Toda una garantía con la bajañí refrendada con El Bordón Minero de mil novecientos noventa y nueve cuando contaba tan sólo con dieciocho años de edad. La percusión correrá a cargo de José Moreno.

Con características completamente diferentes, la malagueña Antonia Contreras, en cierta manera también es una cantaora extraña. Y lo es por varias razones. Empieza joven en el universal arte, apuntando generosas maneras para después retirarse de los escenarios hasta muy finales de los noventa, cuando emprende actuaciones especialmente por territorio andaluz, para iniciar itinerarios, nacionales e internacionales, hace tres lustros. A lo dicho hay que añadir la obtención de La Lámpara Minera del Festival Internacional del Cante de Las Minas en dos mil dieciséis, en una edición altamente competida y, finalmente su condición de cantaora enciclopédica fundamentalmente en cantes desgraciadamente en desuso, la hacen altamente interesante. Serranas, livianas, peteneras, polos, cañas, rondeñas, verdiales o saetas, forman parte de su repertorio habitual, lógicamente sin abandonar palos comunes, destacando sobremanera por malagueñas. Sí mi memoria no me falla, Antonia, es la primera vez que actúa en Zamora. Estará acompañado por un sólido y experto tocaor, habitual en sus actuaciones como cuando le tocó en La Unión para hacerse acreedores al premio máximo, Juan Ramón Caro.