Esta sexta edición cabe ser destacada por varias perlas. Empezando por el alto nivel de los artistas. Todos, sin excepción, han crecido considerablemente respecto a ediciones pasadas, lo que prueba la importancia de esta iniciativa de “Amigos del Cante”, es decir, el segundo de sus objetivos: La Motivación y el impulso para la exhibición pública de las condiciones flamencas de los aficionados zamoranos. Sin duda el gran acicate anual para trabajar todo el año pensando en esta especial cita: la del flamenco zamorano con mayúsculas. Este año, es sólo una impresión personal refrendada por muchos de los asistentes, el insigne José Blas Vega ha estado más presente que nunca. Finalmente, a la brillantez de las actuaciones personales de tocaores, cantaores y palmero hay añadir el empoderamiento de cantes maravillosos y que en los últimos años habían quedado en el casi olvido. Me refiero a la caña, el polo, la serrana, la seguiriya de cierre de María Borrico, la nana, la bambera, la mariana, tarantos, cartagenera (cante minero levantino ejecutado por zamoranos) e incluso, aunque menos, las peteneras. Pues bien, todos estos palos se pusieron en recirculación en la noche del viernes en nuestra tierra. Voy por partes.

De las cuatro guitarras del Festival, abren tres por bulerías. Luis González, el magistral guitarrista oficial de “Amigos del Cante”. El maestro supremo toresano Miguel El Churre y la gran promesa –ya casi realidad- de la bajañí zamorana, Fermín, Niño de Sanzoles. Metieron al respetable en faena desde el minuto cero.

En la presentación se especifica la condición de Festival benéfico, de nuevo para la loable obra del Banco de Alimentos, y se invita al presidente peñista, Santiago García Martín, al secretario Eduardo Abril y a la siempre querida y homenajeada Maritere Ruiz Carrillo, esposa del ilustre Pepe Blas Vega, para hacerle entrega del preceptivo ramo de claveles rojos. Muchos y sonoros aplausos. Maritere quiso hablar, agradeciendo a Zamora su apoyo, siendo nuevamente recompensada por el respetable.

Abren Eduardo Abril y la maestría tocaora de Luis González con cuplé por bulerías y como segundo cante, presentar la primera perla de la noche, la mariana siguiendo la estela de José Menese con la oportuna letra de Francisco Moreno Galván.

Toro al poder. Tito Bacillo con la sapiencia enduendada de Miguel El Churre, encaran preciosas alegrías acordándose de Rosa La Papera y los Ginetos, versionados popularmente por Camarón, e incluso antes, por Pericón de Cádiz. Terminan por milonga, en concreto la archiconocida del madrileño Angelillo y también popularizada por Antonio Molina: La hija de Juan Simón. Alto respaldo de los asistentes.

Segunda, tercera y cuarta perlas. José Madridanos con el acompañamiento de Luis, acometen caña, primero, segundo y cuarto cuerpo, el tercero fue el polo de Tobalo. Dos joyas del cante arcaico, estériles como ellos solos –es imposible desarrollar variantes- cantes payos en su origen y concepción y en el espectro de la soleá. Manuel García, el grandioso tenor, conocido y respetado en todo el mundo y, como tantos otros genios, en España en el pozo del olvido, lo populariza a finales del dieciocho y principios del diecinueve como “El polo del contrabandista”. Sin duda cante payo y de cámara. La caña, puede que anterior, es su prima hermana. Años hacía que no se exhibían cantes tan señeros en nuestra Zamora. La cuarta perla fue la bambera. También, palo payo, del acervo popular y adaptado para el flamenco. Los dos artistas, siguen los cánones de Menese y por ello, también la letra de Moreno Galván.

Yoli Arévalo y Eduardo Ufano, rompen por bulerías por soleá, fijando Yoli sus cinco cuerpos y dándole esplendor. Cierran por tientos y tangos muy trabajados y espléndidamente acompasados y jaleados por el socio peñista de la renovación, Raúl García.

Fermín, Niño de Sanzoles, el vendaval de la bajañí, el torrente de frescura que abreva en Valdemimbre, desgrana sones por bulerías. Ha sido uno de los dos debutantes del Festival, el otro también de Sanzoles. Ambos piden a voces más protagonismo en el evento y es indudable que lo tendrán.

La primera representación de Tierra de Campos a escena. Rosi Crespo con el acompañamiento de Luis, encaran tientos. No sin antes agradecer al Festival su influencia para sumergirse en el complejo mundo de lo jondo. Tientos y peteneras, la primera del Niño Medina y la segunda de La Niña de Los Peines. Preciosa puesta en escena, además de la natural conexión con el auditorio.

Vuelve Toro a las tablas. Manolo Pozoantiguo y el maestro Churre, aportan nuevas perlas. Dos tarantos y una cartagenera. Memorables. Cierran por tientos tangos, palos que el de la comarca toresana, especialmente apoyado por su guitarrista habitual, Churre, saca enorme partido y encandilamiento del respetable. Fuero muy bien recompensados.

Campanero de Gema, Vicente y la sabia guitarra de Luis González exhibieron nuevas y valiosas entregas. La serrana, cante primitivo donde los haya, de origen payo y por lo tanto proveniente del folclore pre flamenco, creado por Silverio Franconetti (Sevilla 10-6-1831 - Sevilla 30-5-1889), posiblemente a su vuelta de América, como un cante de alivio para afrontar los dificultosos vericuetos de las seguiriyas. Silverio, payo pero alumno aventajado de El Fillo, y siempre mezclado con los gitanos de Morón es el gran adalid de los cantes étnicos tal y como los conocemos hoy. Su mejor, único en profundidad, y mayor biógrafo ha sido José Blas Vega. En realidad, la serrana es prima hermana de la caña, la gran diferencia es que esta va en compás de soleá y la serrana en el de seguiriyas. Campanero con el de Sanzoles, la ejecutan y nos dejan otra enorme perla: la seguiriya de cierre de María Borrico, gran creadora, gitana y contemporánea de Silverio, se respetaban y se temían. Hablo de la década de los sesenta… del siglo diecinueve. En el flamenco nunca ha habido, ni hay machismo ni feminismo, so sabemos ni queremos saber de qué van esos conceptos. En el flamenco, en más de doscientos años, existen personas que interpretan al mismo nivel, algunas visten faldas y otros pantalones. Continúan por soleares. Variadas, hasta seis, muy escogidas y apropiadas para la voz de Vicente.

Nanero de Villalpando con la bajañí del Churre, lo dieron todo. Peteneras de Medina El Viejo y La Niña de Los Peines. Media granaína y la grande del Mellizo. El público disfrutando a tope después de más de dos horas y media de Festival. Todo perfecto.

Llega el otro gran debutante. Orígenes completamente ajenos a lo jondo. Voz portentosa y de terciopelo. Enganchado a este elemento adictivo en extremo llamado flamenco. ¿Qué tendrá esta música étnica, folclórica, universal y culta? Culta hasta la extenuación pese a sus miserables y paupérrimos orígenes gitanos en Andalucía La Baja. Avelino Hernández, también de Sanzoles, sustentado por Luis González, bebió de este maravilloso veneno en público. Su bautizo de fuego, y con un excelso metal de voz, apostó por nana, inspirada en José Menese y letra del gran Francisco Moreno Galván. Cerraron por una excepcional sonata flamenca –Granada- del mejicano Agustín Lara y popularizada de forma masiva por Plácido Domingo.

Todos los artistas sobre el escenario, interpretan fandangos de todos los colores. Magnífico y apoteósico fin de fiesta para marcar territorio y dejar claro donde está el flamenco de Zamora.