Desde hace varios años llevo trabajando en hacer visibles historias de mujeres y sus aportaciones, que tan cruel e injustamente han estado olvidadas.

En este camino de búsqueda, recientemente me encontré con Helen Graham historiadora sobre la guerra civil española. La encontré porque comparte nombre con uno de los personajes de una de las novelas de la pequeña de las hermanas Brontë, que forman parte de un universo anglosajón que me apasiona, como a ella lo español. Me intereso de Helen Graham que pusiera atención en el papel de la mujer en la terrible contienda y que considere que La Guerra Civil no es un pecado original de los españoles sino que había corrientes de pensamiento a nivel europeo que produjeron su materialización

Fue para mí una tremenda sorpresa leer en sus textos sobre la historia de la zamorana Amparo Barayón Miguel asesinada en el verano de 1936, cuando tenía 32 años.

La historiadora nos cuenta como los militares rebeldes y sus partidarios civiles fueron redefiniendo al enemigo; Menciona aquí "la nueva mujer" , dice que un miedo patológico y el odio a las mujeres emancipadas fue una muy poderosa fuerza motriz entre los rebeldes. Amparo Barayón no termina por ser asesinada en lugar de su marido, como muchos comentaristas han afirmado con anterioridad. No, ella fue asesinada, por así decirlo, en su propio derecho. Amparo era una mujer moderna. También nos cuenta que uno de sus asesinos, fue un antiguo pretendiente al que Amparo había rechazado.

En 1930, cuando la monarquía de España se desmoronó, Amparo tenía, 26 años, dejó Zamora y se fue a Madrid, la "gran ciudad" para convertirse en independiente. Encontró trabajo como operadora de centralita telefónica. En Madrid vivía de forma independiente, educándose a sí misma, tanto política como culturalmente, allí conoció a Ramón J Sender y comenzó a vivir con él, lo que era avanzado para esos momentos, incluso en Madrid

El hecho de que Amparo, nos dice la escritora, hubiera extendido sus alas inspiraba terror a los pilares de la sociedad provincial y también entre los miembros conservadores de su propia familia que la vieron como en el camino de la condenación. Y serían algunos de estos miembros de la familia, quien la denuncia a las autoridades militares en Zamora. Esto ocurrió a finales del verano de 1936, después de Amparo había huido con sus pequeños hija e hijo en las secuelas de la sublevación militar.

Como resultado de la denuncia, Amparo fue encarcelada a finales de agosto de 1936. Fue interrogada con la intención expresa de conseguir que se retractase.

Fue sometida a una presión extraordinaria, incluso por un sacerdote, quien la sometió a múltiples abusos y, después de que ella hizo su confesión final, se le negó la absolución. En otras palabras Amparo Barayón estuvo sujeta a una forma de tortura psicológica sostenida cuyo objeto era humillarla y finalmente romper con ella, aunque no fue torturada y violada físicamente, como otras presas republicanas.

Un día, su nombre apareció en la lista y los escuadrones de la muerte vinieron de noche a sacarla de la cárcel en las sacas mortales. El 11 de octubre de 1936, casi 3 meses después del golpe militar contra la República, Amparo Barayón fue tomado de la cárcel hasta el cementerio y bajo una luz de la linterna, le dispararon y le dieron sepultura, donde cayó, en una fosa común junto a la tapia del cementerio.

Nos cuenta Helen Graham, sobre Amparo, como el sacerdote en cuestión, dio cuenta a los miembros de su la familia después de que ella había muerto. Como muchas mujeres republicanas fueron encarcelados con sus bebés o niños pequeños, tanto durante como después de la guerra, en condiciones de hacinamiento e insalubridad con masivas muertes que no ocurrieron de forma inusual

De hecho, esto parece haber sido parte del castigo por su transgresión de género. Un funcionario de la prisión dijo a una de estas mujeres que las mujeres "rojos" habían perdido su derecho de alimentar a sus crías, mientras que hay muchos relatos de los interrogadores policiales comentando enfáticamente que las mujeres rojas deberían haber tenido más sentido de la responsabilidad que han tenido hijos, porque "los rojos son sin derechos ".

Pilar Fidalgo compañera de cárcel de Amparo habla del "sufrimiento moral de los huérfanos a los que obligaba a cantar las canciones de los asesinos de su padre, a vestir el uniforme de los que lo han ejecutado, y maldecir a los muertos y blasfemar de su memoria”.

En este sufrimiento moral se dejó a la hija y el hijo de Amparo, que terminaron alejados de su familia en un lejano país que nos sustrajo sus aportes y su compañía

Leí que su hija Andrea termino siendo monja y que un alto cargo de la Iglesia le pidió perdón por la violencia que está había ejercido contra su madre. Dudo realmente si esta mujer hubiera sido monja de haber vivido normalmente con sus padres y me duele el sufrimiento infringido a estos pequeños

Mujeres como Amparo con sus decisiones cotidianas nos han ayudado a vivir mejor a todas las demás y es de justicia mostrar nuestra gratitud.