Aquella mañana agosteña el Lucero del Alba resplandecía de una manera especial, el rocio del campo llenaba de agua nuestras ropas; el campo olía a jara, romero, tomillo..., y, a multitud de esencias que inundaban mis tiernos y jóvenes pulmones; la sensación de libertad confortaba mi espíritu. Que gozo subir por el camino del molino derrangao y ver la hermosa presa que con enorme trabajo y sacrificio habían construido nuestras familias ( que al día de hoy la administración tiene en total abandono, no solamente las presas; sino, el rio Manzanas en su conjunto, lleno de maleza, y apenas sin fauna; ver para creer). La profundidad de la presa a la altura de Ribera Grande rondaría los cuatro metros de profundidad, profundidad importante para este rio.

La mañana truchera se dio bien, y mejor el almuerzo con el vino que pusimos a refrescar en una fuente que estaba a mitad de la ladera del monte( todavía recuerdo aquella frescura ). Que soledad mas escatológica y eterna de felicidad da esta senda que nos lleva hasta la presa Encartiada, y a lo largo del rio llegábamos al maravilloso entorno del Puente de los Infiernos de Santa Cruz; cuanto amaba mi padre Juanito esta senda , para mí: será siempre el sendero de Juanito Muradas.

Como pasa el tiempo y la impotencia me corroe al ver a los políticos sin ideas para poder parar esta cruel despoblación que hace que nuestros queridos pueblos estén a punto de desaparecer, y que si Dios no lo remedia, las administraciones no podrán pagar los servicios sociales que necesitan estos héroes que viven en sus localidades de nacimiento, y que el Estado de Derecho tiene la obligación de proteger y dar los mismos servicios que al resto de los ciudadanos del Estado.