El primer contacto del público zamorano con el séptimo arte no se produjo en las estandarizadas salas de multicine existentes en la actualidad, sino en amplios patios de butacas dispuestos en una única sala que transmitían un encanto especial. En ellas se proyectaron grandes éxitos del cine dorado de Hollywood y también los primeros éxitos de taquilla comerciales en las décadas de los años 80 y 90. La primera sala que permitió ver películas en la capital fue el Teatro Principal, aunque la oferta cinematográfica se amplía gradualmente con la apertura del cine Barrueco, también propietario del mítico Valderrey, rebautizado como Pompeya. A ellos se suman los cines Arias Gonzalo y Ramos Carrión, donde varias generaciones pudieron disfrutar de la magia del celuloide. Todas ellas han desaparecido como salas de proyección pero perduran en el recuerdo de no pocos zamoranos.

Cine Barrueco

Fue el 7 de febrero 1943 cuando se inauguró el cine Barrueco y curiosamente con la película en tecnicolor titulada, «Eso que llaman amor», una de las primeras en color que se veía en nuestra ciudad. El estreno contó con el acompañamiento de la Coral de Zamora bajo la batuta del maestro Haedo. La proyección, como era habitual en aquella época, dio comienzo tras el Nodo de rigor. La sala abre sus puertas por iniciativa del emprendedor zamorano José Barrueco Seisdedos. La década de los setenta se convertía en la etapa dorada para el Barrueco, cuya familia propietaria expandía el negocio con la compra del Valderrey, que posteriormente pasaría a llamarse Pompeya.

Sin embargo, el emblemático cine Barrueco sufre los efectos de aparición de nuevas salas y el cambio de hábitos de los espectadores y en julio de 1996 permanece cerrado durante cinco meses para afrontar una reconversión marcada por los nuevos tiempos. Así deja de ser una única sala de cines para volver a abrir sus puertas como multicines en 1997. Esta remodelación supuso una inversión cercana a los doscientos millones de pesetas para convertir la única sala de mil butacas en una principal, de 510 asientos, y en otras dos más pequeñas, para 160 espectadores, de la mano del arquitecto Francisco Somoza. En el reestreno se proyectó la cinta «Sostiene Pereira», una de las últimas apariciones de Marcello Mastroianni.

El cine se mantiene abierto durante diez años más ante el desafío de la aparición de nuevos soportes de difusión y un imparable descenso de espectadores que le llevan a cerrar sus puertas en febrero de 2008 tras más de seis décadas bajo la gestión de tres generaciones de la familia Barrueco.

En el solar, en el que se obligaba a conservar la fachada al encontrarse catalogada, se proyectó la construcción de viviendas, aunque en la actualidad las obras permanecen paralizadas.

En sus años de bonanza, este cine se convirtió en el fenómeno social más destacado e importante y la enorme riqueza de títulos, ambientes y mensajes creó una mentalidad nueva, según señala el cronista de Zamora Herminio Ramos. De hecho, el cine llegó a acoger varias ediciones de un festival artístico internacional propio que tuvo gran acogida entre el público zamorano.

El Ramos Carrión, todo un referente

El majestuoso Teatro Ramos Carrión comenzó a construirse en 1912 en el antiguo patio del Hospicio, hoy ocupado por el Parador Nacional de Turismo. Debe su nombre al humorista zamorano Miguel Ramos Carrión, que nació en una casa ubicada justo frente al teatro. El arquitecto Francisco Ferriol fue el encargado del proyecto de una de las grandes obras por aquel entonces, que se demoró durante casi cuatro años. La inversión inicial prevista era de 40.000 pesetas, aunque acabó aumentado hasta las 200.000 pesetas con los sucesivos reformados. Finalmente su pomposa inauguración como teatro, a la que asiste la flor y nata de Zamora, se celebra en el año 1916, siendo la primera obra que se representó "La noche del sábado", de Jacinto Benavente, interpretada en aquella ocasión por la compañía de Antonio Arévalo. El teatro seguía siendo propiedad de la Diputación de Zamora, que lo alquiló a sucesivas empresas encargadas de su gestión durante varios años. El primer precio de arrendamiento en la primera época fue de cien pesetas.

El público zamorano pudo disfrutar en aquellos años de las mejores compañías teatrales del país. El declive del teatro comienza a producirse a partir de 1970 como consecuencia de la implacable competencia de los primeros televisores y el radical cambio de hábitos que provocó entre los espectadores. Esta época de decadencia acaba por transformar su actividad en sala de cine, aunque finalmente acaba cerrando sus puertas el 31 de diciembre de 1993. Una decisión que coge por sorpresa a la propia Diputación Provincial, que tenía asegurada su concesión hasta 1997 con la empresa Explotación H.S Sociedad Limitada, encargada de su gestión desde 1967. Durante más de una década, justo a comienzos del siglo XXI, permaneció abandonado.

La Diputación de Zamora decidió renovarlo creando un nuevo espacio con un aforo de 600 localidades. El nuevo edificio incluye una cafetería con un mirador con vistas al río Duero y una pequeña sala de exposiciones.

El Arias Gonzalo arrasó en taquilla

Otra de las salas de cine más recordadas por los zamoranos es el Arias Gonzalo, abierto en 1960, que llegó a colgar en varias ocasiones el cartel de «no hay entradas». El estreno de títulos tan emblemáticos como «Rocky IV» ocuparon sus 1.358 localidades e incluso se registraron algunos problemas con el público que no pudo acceder a las instalaciones. Otra de las películas que arrasó en estas taquillas zamoranas fue la enigmática «Alguien voló sobre el nido del cuco». El último éxito se produjo con la proyección de la cinta «Proposición Indecente», que causó un gran revuelo en la época.

Una vez más, el descenso de la recaudación ante los nuevos hábitos de consumo de los espectadores y la competencia de las nuevas multisalas aboca al cierre a este emblemático cine. La última película que llegó a proyectar fue «El toque silencioso», el 19 de junio de 1994. El Arias Gonzalo acogió el I Certamen Nacional «Ciudad de Zamora» de Cortometrajes en 1977, que contó con la asistencia de José Luis López Vázquez en calidad de presidente del jurado. En esta iniciativa concurrieron cortos de conocidos directores como Fernando Colomo, José Luis Garci o López Heptener.

En la actualidad, el local ha sido ocupado por una conocida firma deportiva.

El Teatro Principal, el pionero de la capital

No muchos zamoranos se acordarán de que el Teatro Principal fue también una sala de proyección de cine. El edificio fue inaugurado en 1876 y acogió destacadas representaciones teatrales para la época. En 1897 se convierte en el primer contacto de los zamoranos con el cine, con la presentación del cinematógrafo el 11 de septiembre de ese mismo año. Ya en las primeras décadas del siglo XX, el público de la capital pudo disfrutar de películas mudas, ya que el cine sonoro todavía no había llegado a Zamora, protagonizadas por destacadas estrellas de aquel entonces, como Charlot, Mary Pickford, Pola Negri, Ramón Novarro, la divina Garbo, John Gilbert, Buster Keaton o Harold Lloyd.

Entre los títulos proyectados en la sala y que formaban largas colas de espectadores destacaron «Sangre y Arena», «Los cuatro jinetes del apocalipsis», «La Dama de las camelias» o «Ben Hur». También tenían hueco las películas para niños, como las de Tom Mix a lomos de la jaca «Malacara» y las disparatadas aventuras de Stan Laurel y Oliver Hardy, «el gordo y el flaco». La competencia con el Nuevo Teatro, hoy conocido como Ramos Carrión abarata las entradas hasta los quince céntimos. En los años 40, se visionan clásicos del cine como «Casablanca» o «Qué bello es vivir».

La apertura de nuevas salas de cine en la capital zamorana, como el Barrueco o el Arias Gonzalo, a partir de entre los años 40 y 60 y aunque logra mantener su actividad durante varias décadas, el edificio cerró sus puertas como sala de proyecciones el 31 de marzo de 1983 al finalizar la sesión de noche de la película «Lilí Marlen».