Morales de Valverde mantiene viva su fiesta de San Blas, de siglos de tradición

Morales de Valverde mantiene viva su fiesta de San Blas aunque reconocen el pueblo que "a duras penas", por la falta de población. No obstante, este pueblo que hace una gran puesta en valor de sus tradiciones, sigue celebrando los actos tradicionales en torno a su patrón y lo hace gracias a una cofradía que se fundó en el siglo XVIII y que con el paso del tiempo se ha visto obligada a dejar de lado normativas para garantizar la supervivencia del festejo. Tal es así que son todos los vecinos los que se han comprometido a mantener esta tradición.

En este pueblo son seis garroteros, el cabildo de la antigua cofradía, los encargados de organizar la fiesta. El mayordomo es este año Ceferino Martínez, quien se encarga de guardar y cuidar los garrotes, así como de cobrar la cuota a todos los asociados, a la salida de la misa por riguroso orden de lista. La designación de garroteros la hacen por calles.

Los garrotes, o varas que llevan, son de madera y durante la procesión de San Blas, que portan en un trono sobre ruedas alrededor de la iglesia, en la tabla de la parte superior muestran pintada la imagen de San Blas en los actos religiosos, procesión y misa; y, por el otro lado, está la imagen de las ánimas del purgatorio, que mostrarán mañana, al celebrar la misa por los difuntos.

Coscarones y figüelas

Este año, además, han celebrado durante el fin de semana un encuentro vecinal en el que han elaborado dos dulces típicos: coscarones y figüelas. "Es un modo de que los niños y niñas conozcan estos dulces porque los coscarones es un dulce que se hacía en tiempos de matanza y hoy en día ya no queda prácticamente nada de esto", explica uno de los organizadores.

Los coscarones se hacen con mantena, pan y azúcar, mientras que las figüelas es pan frito con azúcar. La iniciativa ha logrado juntar a los vecinos y vecinas, a pesar del frío en torno a la hoguera para degustar estos exquisitos manjares típicos en el pueblo.