Como las golondrinas y los vencejos, la cigüeña blanca recuerda el lugar en el que anida, pero, a diferencia de las primeras, la especie no se amilana si sus nidos han sido destruidos y con el tiempo vuelven a empezar de cero.
Gusta de lugares elevados y no teme la proximidad del hombre, como sí le ocurre a la cigüeña negra que prefiere espacios naturales y alejados del ser humano, así que una estructura metálica elevada resulta instintivamente tentadora para cualquier ejemplar de Ciconia ciconia.
Y esto es lo que acaba de ocurrir con la torre de telefónica de Benavente, 13 años después de que tres nidos fueran retirados de la estructura.
El 19 de febrero de 2010, con una autorización de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León y valiéndose de una grúa, operarios contratados por Telefónica emplearon una mañana en desmantelar los tres nidos que en aquel momento ocupaban puntos diferentes de la estructura metálica.
Dos eran de tamaño medio (un nido de cigüeña puede llegar a pesar de media unos 250 kilos) y pudieron ser retirados con relativa facilidad. Un tercero, enorme y también el más antiguo, estaba incrustado entre la estructura y una antena parabólica.
Desmantelarlo y retirarlo resultó una labor dificultosa. El operario tuvo emplearse a fondo con unas tenazas de podar para liberar las ramas adheridas con barro y enredadas entre la antena y la estructura. No fue menos complicado subir el nido a la cesta que pendía de la grúa para bajarlo al suelo. Luego se supo que había pesado más de 300 kilos.
Dice el refrán que por San Blas la cigüeña verás. El dicho es antiguo y señala la llegada del buen tiempo. Se celebra el 3 de febrero, pero el vaticinio meteorológico no siempre se cumple.
El 19 de febrero de 2010, dieciséis días después del aviso del refranero, fue una jornada soleada. Trece años después, las cigüeñas han vuelto a anidar en la torre de Telefónica, aunque esta vez el frío imperante no le da la razón al pegadizo refrán patrio.
Lo significativo es sin embargo su regreso a la estructura y el escaso tiempo que han empleado en construir las nidificaciones. Una de las cigüeñas inquilinas todavía continuaba ayer añadiendo ramas en el suyo.
Desde hace días se puede escuchar su crotoreo desde la altura. Hacía 13 años que no se oía el peculiar sonido que producen con sus picos. Pese al frío y al ser humano, en este caso, las cigüeñas, siguiendo su lógica instintiva, han regresado por San Blas.