Tras tres años de espera como consecuencia de las limitaciones provocadas por la pandemia, San Roque vuelve a recibir la devoción de los vecinos de Castrogonzalo con un programa de fiestas plagado de entretenimiento para todos los públicos y gustos.

Las peñas. | C. G. R.

Si bien en la agenda de eventos ha tenido cabida para toda clase de actividades, cierto es también que el plato fuerte han sido, como dicta la tradición gundisalvina, los festejos taurinos.

Un momento de la capea. | C. G. R.

Encierros de campo, capeas, recortes o carretones para los más pequeños son los eventos taurinos que los vecinos de Castrogonzalo han podido disfrutar durante este fin de semana. Mañana, San Roque, día grande de la localidad, las celebraciones pondrán su punto final con una jornada plagada de actividades.

La devoción de todo el pueblo quedará patente a partir de las 12:30 con la misa solemne en honor al patrón de la localidad. El acto sacro estará acompañado por la actuación del grupo musical Lebrato, además de una sesión vermú con una charanga por las calles del pueblo.

Lo que está claro es que la población de Castrogonzalo tenía muchas ganas de volver a celebrar sus fiestas y ha respondido con entusiasmo a la llamada del festejo y ha colaborado casi masivamente en todas y cada una de las actividades propuestas por el Ayuntamiento. El programa de celebraciones, que dio comienzo el pasado viernes día 5 de agosto, ha contado con la presencia de numerosos grupos musicales y artistas de toda índole que han hecho de estos días algo inolvidable para todos los vecinos.

La Plaza de Toros ha sido uno de los lugares más concurridos durante estos días, pues ha sido escenario de numerosas capeas y espectáculos de recortes, que hicieron las delicias de las decenas de espectadores cuya una preocupación estos días ha sido disfrutar al máximo de unas fiestas que llevaban tanto tiempo esperando.

Mañana finalizan, pero lo que no acabará nunca es la devoción de todo Castrogonzalo por su patrón y sus fiestas, especialmente a partir de este primer verano post pandemia, en el que mascarillas, distancias de seguridad y geles hidroalcohólicos han quedado relegados a un segundo plano hasta que sean cosa del pasado.