La Opinión de Zamora

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Gaspar Llamazares | Excoordinador general de Izquierda Unida
Gaspar Llamazares

“El populismo ha contaminado el modelo de gobierno, cada vez más polarizado”

“El proyecto Sumar, de Yolanda Díaz, es una oportunidad para la reconstrucción de la izquierda y evitar también un ejecutivo de derechas”

Gaspar Llamazares, en los jardines de la Mota. / E. P.

Gaspar Llamazares, médico y fundador de la plataforma política Actúa, junto a Baltasar Garzón, de la que fue candidato a las elecciones generales del 2019 y excoordinador de Izquierda Unida hasta el 2008, pasa estos días en Benavente y ha vuelto a disfrutar del románico zamorano que tanto le gusta. En esta entrevista habla de su último libro, que viene a cerrar la trilogía que comenzó “La izquierda herida” y siguió “Pandemónium. Diario de pandemia y populismo”. Y también de la situación política actual y de la posibilidad de encontrar una alternativa de izquierdas.

Gaspar Llamazares, en los jardines de la Mota de Benavente. | E. P.

–Su último libro es “Del sueño democrático a la pesadilla populista”. ¿Cree que el populismo impide esa democracia o el debate democrático?

–El populismo es una enfermedad. Aristóteles decía que el populismo es la corrupción de la democracia. El populismo lo veía como una forma de emerger del pueblo en un coto vedado que era la política. Yo sí creo que es un delirio de la democracia en el sentido de entender que ha llegado el momento de no tener ningún condicionante externo para hacer política, hacerla en solitario y, además, poder conseguirlo todo. Eso no lo consigues en la vida..

–¿No ocurría en la época en la que usted estuvo en política?

–En aquella época pasábamos de la sociedad productiva a la sociedad de consumo y, en ese sentido, el planteamiento de algunos filósofos era que esa sociedad de consumo era una sociedad de riesgo, líquida, que no teníamos las seguridades de la sociedad anterior, ya no éramos una familia que podía trabajar en lo mismo y esperar a que los hijos mejoraran con relación a los padres, sino que teníamos una sensación de inseguridad. La incertidumbre ahora se ha generalizado y la sociedad de los últimos años es la de las catástrofes. Y si algo ha tenido que gestionar este gobierno son las catástrofes. ¿Alguien se imaginaba que íbamos a tener una pandemia, un volcán, una guerra, la emergencia climática? Todo de una vez y encadenado. En estos momentos, si el populismo era una vía muerta para hacer política, en esta sociedad de catástrofes es añadir aún más deterioro al deterioro.

–Para usted el populismo ahora emerge de la ultraderecha, ¿pero qué es el populismo? Porque hoy en día también se habla de populismo de izquierdas.

–La ultraderecha es quien mejor representa al populismo. Es esa simplificación de la política, a tal punto de considerar que todo es posible a partir de cero y sin condicionantes.

–¿Condicionantes de qué tipo?

–Sin condicionantes de otras fuerzas políticas con las que tienes que negociar o sin condicionantes económicos que tienes que tener en cuenta para tomar decisiones. En la pandemia, el populismo es decir siempre que se llega tarde, se actúa mal, que se pudo prevenir. Ahora pasa lo mismo con la viruela del mono. La realidad es compleja y no se pueden dar mensajes simplificadores y confundir a la ciudadanía. A veces la ciudadanía se agarra a lo que puede y una solución fácil es mejor que decir esto hay que negociarlo y conseguiremos un 30% de los que quería.

–¿Cómo se puede combatir el populismo?

–Es muy difícil. En estos momentos el populismo ya no es el de los partidos. Ahora quien fundamentalmente es populista es la ultraderecha, en el mundo y en España. El populismo ha contaminado el modelo de gobierno, el funcionamiento del parlamento. Antes había confrontación pero había lugar a la negociación. Ahora en mucha menor medida hay negociación. Ahora hay fundamentalmente una ostentación de la confrontación, incluso llegando al insulto.

–¿De qué manera ha contaminado el populismo al gobierno?

–Ya no hay gobiernos de coalición que han pasado por una etapa de gobiernos compartidos y ahora son gobiernos compartimentalizados. Parece que dentro del mismo gobierno hay gobierno y oposición y eso crea una gran confusión a la ciudadanía. Y el populismo también ha traspasado a los medios de comunicación y al poder judicial. No hemos tenido un poder judicial tan alineado políticamente como el que tenemos en este momento. Me refiero a los altos tribunales de los que uno sabe la sentencia antes de que entre la denuncia.

–¿No cree que esas divergencias marcadas por mensajes populistas diluyen el contenido importante de la gestión política?

–Forma parte del clima populista. Ahora tenemos el negacionismo abanderado por la derecha. Es el planteamiento de que porque tú lo haces, yo me niego. Incluso es “me arriesgo a aparecer como un partido político que no reconoce el cambio climático”, que no reconoce la guerra y, por tanto, se plantea únicamente el ahorro energético como un problema de confrontación de oposición y gobierno. Ese clima se vive igualmente dentro del propio gobierno porque, según van acercándose las elecciones, cada uno tiene la tendencia de delimitar cuál es su espacio. Normalmente se delimita el espacio en un contexto populista, haciendo simplificaciones. Tú eres el partido de la guerra, yo el de la paz. Y en los medios de comunicación nacionales, creo que no tanto los regionales, están muy alineados políticamente. Podríamos decir que antes de que se presente un titular sabemos cómo va a ser.

–Habla de la ultraderecha al referirse al populismo, ¿pero también hay populismo de izquierdas? Porque usted mismo ha tachado a Podemos de populista. ¿O es que ya ha dejado de serlo?

–Por supuesto que hay populismo de izquierdas. Yo creo que de las mejores decisiones que ha tomado Podemos ha sido aterrizar en política y asumir la política tradicional. ¿Cuándo cambia el eje del populismo a la política de izquierdas? Cambia cuando Podemos se aviene a negociar con el partido “de la casta”, el PSOE, y cuando Podemos entra a gobernar. Durante un tiempo, Pablo (Iglesias) intentó mantener la combinación entre política concreta y populismo, la fractura al final ha sido inevitable. La fractura de Pablo del gobierno, es símbolo de esa fractura. Quien abandona el gobierno es la estrategia populista porque es incapaz de gestionar la política. Se queda en el gobierno Yolanda (Díaz), que es con la izquierda tradicional la que es capaz de abordar los problemas del gobierno.

–Yolanda Díaz que está gestionando un nuevo proyecto político, en el que pretende aunar a la izquierda. Ya ha manifestado usted que apoya ese proyecto. ¿Qué es lo que le parece atractivo de este proyecto?

–Dos cosas. Por una parte, la posibilidad de la reconstrucción de la izquierda, de una izquierda seria y amable, después de un delirio, en mi opinión, populista. Y, por otra parte, la posibilidad de sumar y evitar un gobierno de la derecha. Yo creo que esos dos factores deberían llevar a una actitud de expectativa y de apoyo. En estos momentos es lo que cabe respecto al proyecto de Yolanda. Eso debería llevar a una actitud de expectativa y apoyo a este proyecto.

–Pero hoy en día, Podemos sigue siendo la fuerza política más importante en el espacio a la izquierda del PSOE. Parece que está por definir cómo podría sumarse Podemos a este proyecto de la izquierda.

–De alguna manera plantean otra vez la mezcla entre el agua y el aceite. Es decir, con qué estrategia se une Podemos a Sumar. ¿Con la estrategia de la izquierda de gobierno o la populista? Al final si lo que se pretende es volver al remake de la indignación y de la casta, no va a resultar ni va a funcionar, va a continuar el declive. Si, por el contrario, Unidas Podemos se une al proyecto de Sumar con el planteamiento que hay detrás de Yolanda, de una izquierda de gobierno responsable y con una actitud amable, yo creo que cabe perfectamente. No cabe otra vez hegemonizar a la izquierda. En determinado momento histórico resultó para el momento electoral, pero hubo que dejarlo en el camino para gobernar. Revivir ahora el populismo, me parece un error garrafal.

–¿Qué es ser de izquierdas hoy en día?

–Yo creo que ser de izquierdas, hoy en día, como en el pasado, es pensar que no está todo predeterminado por la herencia, ni por la familia, ni por el país donde se vive. Sino que hay posibilidades de mejorar las condiciones mediante la colaboración y la justicia social. Es ahí donde funciona la idea de la izquierda. En que por el nacimiento tú no estás condenado a ser una persona sin formación, ni privilegiado a ser de una élite. La izquierda consiguió convertir en una política general en Europa el Estado del Bienestar. ES la traducción práctica de esa idea, que mediante medidas compensatorias y un potente estado social garantizar la igualdad, con libertad.

–El debate político está cada vez más polarizado, ¿qué papel juegan en esta polarización las redes sociales?

–La polarización y su extremo, que es el populismo, son hijos de la desigualdad social desconocida en la reciente historia de la humanidad, que se ha extremado desde los años setenta en que los trabajadores tienen estancado su poder adquisitivo y las élites no han hecho más que mejorar sus condiciones. Por otro lado, hay una crisis de confianza política que tiene que ver con la incertidumbre y la corrupción. Y el tercer factor de esa polarización es el paso de la sociedad analógica a la digital. La sociedad analógica permitía la diversidad y los matices, la digital solo permite los extremos.

–¿Cree que es posible el acuerdo político para asuntos importantes de Estado?

–Tenemos un factor adicional en este país que es la deslegitimación. A mí antes no me había pasado pero me empezó a sorprender que la derecha cuando te llamaba comunista lo decía como un insulto. Esto tiene mucho que ver con que la derecha española considera que la transición democrática fue una concesión a los derrotados de la guerra civil y considera que la izquierda no tiene derecho al gobierno, no tiene derecho a tener el poder del gobierno. Es un problema de fondo. En nuestra situación actual es muy difícil el acuerdo cuando una fuerza política no reconoce siquiera la legitimidad del gobierno y de sus resultados electorales. Eso lo vivimos en estos momentos. A la derecha le vale cualquier argumento. Hoy por hoy la posibilidad de acuerdo tiene que partir del reconocimiento mutuo y tiene que partir de la legitimación. Si a eso le añadimos que la derecha considera que determinados poderes del estado son suyos ...

–¿Al poder judicial se refiere?

–Sí, por ejemplo el poder judicial. La derecha no está dispuesta a ningún tipo de negociación que signifique reducir su presencia. Solo lo puedes hacer modificando la ley par que en el Tribunal Constitucional, por fin, haya una mayoría sensible a la mayoría social y electoral, y no sé que va a ocurrir con el Consejo del Poder Judicial pero hasta que las próximas elecciones o bien gobiernen ellos, o bien que no van a gobernar, no van a aceptar ningún tipo de negociación.

–Hablando de asuntos de estado. ¿Qué le parece la propuesta de Sánchez de la Ley de información Clasificada o de Secretos Oficiales? ¿Cómo valora las modificaciones planteadas?

–Creo que el único aspecto positivo es que se rasga el velo del secreto. Pero el contenido de la ley es totalmente insuficiente e insatisfactoria. No solo por los 50 años de los altos secretos, que eso significa la perspectiva de vida de sus actores y eso crea una enorme desconfianza en torno a la voluntad de transparencia; sino por los mecanismos que plantea. Como que sea el Supremo quien decida desclasificar un documento o no. Los mecanismos de transparencia son que cuando se cumple el plazo, ese documento es público. Hay un nivel de cautela y arbitrariedad que merece dale la vuelta. No está dentro de los parámetros de transparencia democrática.

–El PP está pidiendo que se negocie con él.

–Lo que está pidiendo es “negocia conmigo, pero excluye a los demás”. El Partido Popular no ha presentado ni una sola iniciativa para que la Ley de Secretos Oficiales sea una ley democrática. Esta ley es de las pocas que son de transformación y cambio.

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