Siguiñuelo, el Jijona de Peñajara, pisó las arenas de Benavente a las 20.30 horas de este caluroso martes tras invertir en el desembarco más tiempo del esperado.
Resulta sorprendente que una mole de más de 600 kilos pueda darse la vuelta en el interior de los cajones de un camión, pero eso es lo que hizo el cinqueño de Peraleda de la Mata, como si estuviera bailando en un baldosín.
Tuvieron que recolocarlo a base de llamadas para que descendiera por la manga compuesto y tranquilo, como mandan los cánones. Eso hizo y lo premiaron refrescándolo con un buen surtidor de agua.
Los toros de Jijona son bastos de hechura y grandes de alzada, con un peso destacable, ligeros de patas y resistentes. Tienen las encornaduras bastante desarrolladas y hacia arriba.
Esta es la descripción genérica de una de las siete castas fundacionales ya prácticamente desaparecida en la piel de toro, pero le viene ni que pintada a este Siguiñuelo, que ya de por sí pasará a la historia local por ser el morlaco que rubricó el fin de la pandemia y de este “bienio negro” de parón festivo. Si eleva el listón y saca nota se verá hoy a las siete y media de la tarde.
El pronóstico de la Agencia Estatal de Meteorología prevé que la ola de calor alcance los 33 grados a las 18.00 horas, pero a partir de ahí la posibilidad de precipitación es del 60% y la previsión apunta a que el mercurio descenderá hasta los 26 grados.
Con este escenario climatológico, es más probable que Siguiñuelo haga una carrera menos sofocada y más brava.
Por lo pronto, su llegada a Benavente fue calurosa. Las peñas lo recibieron en Maragatos con una solana inmisericorde. A Siguiñuelo, el horno benaventano no pareció restarle un ápice de bravura Jijona.