Las grandes metrópolis causan estrés y no solamente a la población normal, también a los superhéroes. Cabe pensar que la calidad de vida que proporcionan las pequeñas poblaciones sean también codiciadas por los incombustibles defensores del bien. Cabe pensar, hay que subrayar, porque todavía no hay un testimonio verbal de alguno de ellos que lo confirme.

Lo que parece claro es que al hombre araña le gusta Benavente. Todos los viernes se muda desde Nueva York y troca las atalayas de los rascacielos de la gran manzana por los pequeños cubitos de granito de Santa María. Eso sí, no cesa en su actitud vigilante. El mal acecha siempre y el hombre araña sabe estar alerta.

Spiderman, al menos los finde, aparece en Benavente desde hace un mes aproximadamente. Con la piernas abiertas, los brazos cruzados y subido a un cubo de granito vigila la plaza de la vieja iglesia benaventana.

Spiderman el pasado viernes en la plaza de Santa María. J. A. G.

Observa sin hablar y hace las delicias de sus fans, los más pequeños, que a la mínima se fotografían con él complacientes. A veces el superhéroe cambia de postura y exhibe en cuclillas su conocida posición de acecho. También a veces, cambia Santa María por la Mota y se deja ver en los paseos, a la hora de juego de los chavales.

Como buen superhéroe, Spiderman avisa a las autoridades de Benavente con antelación, que conocen y preservan su identidad. De hecho, el hombre araña informó primero al Ayuntamiento anunciando su presencia con el fin de que los niños pudieran divertirse viéndolo.

Lo sigue haciéndolo también cada viernes avisando previamente a la Policía Local antes de aparecer. Su presencia es esperada ya cada quinto día de la semana. No todas las poblaciones pueden presumir de la seguridad que brinda tan ilustre superhéroe.