Inés Gestoso Sandín nació en Zamora en el 1981, pero se crió en la localidad de Villaveza de Valverde, en plena comarca de Benavente y Los Valles. Un lugar, como ella mismo declara, tan bueno como cualquier otro para crear historias. Autora de la saga literaria “Cielos de miel y barro”, que cuenta con cuatro partes que tratan de hacer reflexionar al lector sobre distintos temas universales, la escritora zamorana reconoce que con tan solo ocho años de edad, los cuadernos totalmente en blanco y los lápices de colores pasaron a ser su mejor compañía.

–Es la autora de la saga “Cielos de miel y barro”, que cuenta con cuatro partes. Háblanos un poco de ella.

–La saga “Cielos de miel y barro” nos ubica en la España rural de 1920, en concreto en el municipio zamorano de Villaveza de Valverde, aunque muchos otros serán los escenarios que recorran sus personajes. La historia da comienzo con el nacimiento de Hermelinda, duodécima hija del matrimonio. La pequeña llega al entorno de la gran casa familiar para presenciar el modo en que se disgrega su familia, bien por los matrimonios de diversa suerte, bien por las guerras o bien por la muerte. La saga nos narra las vivencias de la numerosa familia, compuesta por Rodolfo, Celerina y sus siete hijos, los cuales lograron superar el primer mes de vida. En esta sag, conoceremos el devenir de todos ellos, sus dichas e infortunios, con la particularidad que caracteriza al momento histórico que les tocó vivir. Como bien sabemos, los hábitos y costumbres, los ideales, las creencias o ambiciones de entonces eran muy diferentes a los que conocemos actualmente. En definitiva, se trata de una saga que aborda temas tan universales como el amor, el sufrimiento, la muerte o la esperanza, que hace reflexionar al lector y que también ahonda en los sentimientos de los hombres.

–¿Cómo surgió la idea para su creación?

–La idea surgió cuando fui conocedora del anhelo real de mi abuela materna por volver a la tierra. Ella era una persona creyente, y su deseo por reencontrarse con toda la gente que había perdido pesaba más que el tiempo que aún podía quedarle junto a los que aún estábamos. Sus palabras resultaron tan turbadoras que una sola frase: “el cuerpo me pide tierra”, bastó para inspirar una saga de cuatro volúmenes. Quise conocer su historia, entender los motivos que otorgaban un peso tan drástico a sus recuerdos. El resultado fue la saga “Cielos de miel y barro”.

–¿De dónde le viene la pasión por la escritura?

–Pues esa pasión la despertó la soledad. Soy originaria de Villaveza de Valverde, un pequeño municipio de la provincia de Zamora. Cuando tenía diez años, la única niña de mi edad abandonó el pueblo junto a su familia en busca de nuevas oportunidades. Su marcha dejó un vacío en mí que sólo llenaron las letras.

–¿Cómo describiría su rutina de escritura?

–Tengo un espacio en mi casa reservado a la escritura. Un pequeño estudio, ordenado y luminoso, donde me siento capaz de sumergirme en cualquier mundo posible. Es el lugar al que acudo cuando fluyen las ideas, cuando necesito sentarme ante el ordenador para transformarlas en palabras.

–Y en esos días en los que las palabras no salen, ¿qué suele hacer?

–Nunca ha llegado a estresarme especialmente la página en blanco. No cuento con la presión de finalizar un trabajo en un plazo en concreto, ya que escribo por placer. Por lo tanto, los días en los que las musas están ausentes, le dedico más horas a la lectura.

–¿Cómo se sintió la primera vez que vio una obra suya publicada?

–Para mí supuso una enorme satisfacción, un reconocimiento a una labor en la que has depositado todas tus ilusiones, además de muchas horas de dedicación y perseverancia.

–¿Y cómo cree que está el panorama editorial para tantos autores como hay o quieren publicar?

–Complicado. Es muy difícil encontrar una editorial que se fije en tu trabajo. Hoy por hoy, mi percepción es que se valora mucho más el potencial comercial que la calidad literaria. Sin embargo, no hay nada como confiar en que el esfuerzo y la dedicación tendrán resultado. Yo siempre he dicho que hasta a los autores más prolíficos les han descartado novelas en más de una ocasión. Siempre pongo el ejemplo de Isabel Allende. Si no recuerdo mal, descartaron “La casa de los espíritus” veinticinco editoriales antes de que una aceptase finalmente el manuscrito.

–Por último, ¿tiene algún proyecto en mente de cara a un futuro?

–Mi proyecto actual viene marcado por la paciencia. La saga “Cielos de miel y barro”, de la que hemos hablado, comenzó su andadura de la mano de una editorial malagueña. La experiencia la verdad es que resultó nefasta, de ahí que la tercera y cuarta entrega lograran llegar al público mediante la autoedición. No podía dejar a los lectores con una historia inconclusa. Ahora, la experiencia me ha llevado a comprender los plazos que exige el mundo literario. Tengo cinco novelas más escritas y, en esta ocasión, tengo muy claro que no voy a precipitarme. No tengo prisa por publicar, mi único afán es llegar a hacerlo con una editorial seria, profesional, que crea en el proyecto y se implique en él con la responsabilidad que otorga el hecho de formar parte.