Septiembre, además del mes de la vuelta al colegio para los pequeños o al trabajo para los mayores, para muchos vecinos de la comarca de Los Valles es la oportunidad de los cazadores para ultimar los preparativos y terminar de poner todo al día para el inicio de la temporada de caza mayor, tras la apertura de la media veda el pasado 15 de agosto y que permitía la caza de codornices, urracas, cornejas, conejos y zorros.

La apertura de la veda en el Valle del Tera está orientada especialmente a controlar la población de jabalíes que, si crece por encima de un nivel adecuado, puede resultar especialmente perjudicial para los cultivos de la zona, ante la destructiva acción de estos mamíferos sobre los terrenos.

Como cada año, antes de la apertura de la veda, toca comprobar todas las licencias, por si fuera necesario renovarlas, y pasar las correspondientes revisiones a las armas, para cerciorarse de que se encuentran en perfecto estado de revista.

Además, tampoco conviene olvidarse de ellos. Esos fieles compañeros que cada día acompañan y asisten a los cazadores para hacerles la jornada más fácil. Los perros de caza también deben ser revisados y convenientemente inoculados de su dosis anual de la vacuna contra la rabia, siguiendo las directrices marcadas por la Junta de Castilla y León.

Conviene mencionar que, según la legislación de Castilla y León, un perro debe ser identificado con microchip a partir de los 3 meses de vida, así como estar debidamente inmunizado.

En este sentido, esta época del año es especialmente trabajosa para los veterinarios de la comarca, encargados de comprobar que el estado de los animales es el adecuado humana y legalmente para poder salir de cacería.

La situación sanitaria del COVID hace albergar esperanzas

Ahora que por fin parece que la situación sanitaria, poco a poco, va mejorando y las restricciones van relajándose progresivamente, los cazadores pueden respirar tranquilos, lejos de las estrictas medidas tomadas durante la temporada anterior, en la que las Administraciones olvidaron incluir a la caza entre las actividades deportivas exentas de la obligatoriedad de la mascarilla. Desde los cotos de la provincia se mostraron especialmente descontentos con este hecho, puesto que mantuvieron a los cazadores en vilo hasta los últimos momentos antes de la apertura de la veda, sin aportar soluciones ni unos protocolos claros para regular la actividad y adaptarla a una normalidad dentro de la situación mundial provocada por la pandemia de COVID-19. Los propios cazadores eran plenamente conscientes de que la caza es una actividad en la que el riesgo de contagio es ínfimo pues, además de realizarse al aire libre, la distancia entre quienes la realizan puede llegar a ser de varios cientos de metros. Los cazadores de la provincia confían en que esta temporada sea especialmente provechosa y fructífera, lejos también de la falta de varias presas durante la media veda del año pasado.