Los meses de verano fueron una época muy complicada para el Embalse de Nuestra Señora del Agavanzal, que durante la temporada estival se mantuvo, de media, entorno a un 20 por ciento menos de su capacidad que en las mismas fechas del año pasado. Actualmente, el embalse se encuentra de nuevo a un 91 por ciento de su capacidad.

Muchos jóvenes de los pueblos de alrededor llegaron a verse privados del “lujo” de darse un chapuzón en las aguas del embalse durante las semanas en las que las olas de calor cargaban con fuerza y las temperaturas eran tan elevadas que solo podían combatirse con una cura que, al final, llegó a resultar inalcanzable. El nivel de agua retrocedió tanto que ya no se permitía la entrada de bañistas.

Quizás ahora no tenga ningún efecto en lo que a ocio se refiere, pues septiembre no solo ha traído consigo la vuelta del agua, sino que, a cambio, se ha llevado las altas temperaturas, que ahora son mucho más frescas.

Sin embargo, siempre es beneficioso para la naturaleza y para todos los pueblos del Valle del Tera que el embalse de Nuestra Señora del Agavanzal vuelva a verse lleno de agua, pues permite un mejor abastecimiento y una revitalización de las zonas circundantes.

Atrás queda ya la estampa casi desértica que han mostrado los alrededores del embalse durante los meses de verano, que no hacía sino revolver el interior de quien hubiera llegado a conocer el embalse en su máximo esplendor y se lo encontraba prácticamente vacío.

No obstante, solo el Agavanzal se ha visto beneficiado con la llegada de septiembre, pues el embalse de Ricobayo sigue siendo la otra cara de la moneda. No solo no mejora, sino que cada vez se encuentra peor, mientras Administraciones y demás entidades responsables de mantener su nivel de agua se lavan las manos y giran la cabeza ante un problema que no hace sino poner en riesgo no solo a los pueblos de alrededor, que cada vez sufren más los problemas de falta de agua, sino que además es toda la provincia la que poco a poco muere mientras lo hace su embalse.

El agua ha regresado al embalse de Nuestra Señora del Agavanzal, y ello solo puede ser beneficioso para toda la provincia. Si bien puede ya no servir como un elemento más de ocio, lo cierto es que el hecho de que el embalse se encuentre con un nivel de agua tan alto supone la recuperación de uno de los mejores baluartes defensivos frente al peor enemigo estival de los montes zamoranos.

La provincia de Zamora aún se encuentra en temporada de riesgo elevado de incendios forestales, y la vuelta del agua al Agavanzal hace dejar atrás las ocasiones en las que los trabajadores en extinción de incendios forestales se vieron en serias complicaciones para recoger el agua que descargarían contra las llamas.

Aunque las temperaturas ya no sean tan altas, aún no es momento de bajar la guardia y sigue siendo preciso mantener el máximo cuidado y evitar cualquier posible riesgo en tanto en cuanto el riesgo no disminuya.

El vaciado de Ricobayo, por el contrario, sigue trayendo consecuencias y únicamente negativas, pues ahora la zona circundante al embalse se encuentra indefensa frente a este tipo de catástrofes, pues apenas habría agua suficiente para contener unas llamas.

La gente de la provincia aún confía en que, quien sea el responsable, lo reconozca públicamente y trate de compensar a los damnificados por un vaciado que solo ha traído daños a una provincia que, si ya de por sí tiene serias complicaciones, una circunstancia como esta es prácticamente un remate y un empujón hacia el abismo.

La provincia recupera a una de sus mejores armas contra los incendios.