Los embalses de Zamora siguen muriendo. Poco a poco van quedándose vacíos y dejando al descubierto zonas que hace no tanto tiempo estaban cubiertas de agua y, por ende, de vida. Primero fue Ricobayo y ahora, el de Nuestra Señora de Agavanzal.

Embalse de Nuestra Señora del Agavanzal. | Cedida

En el caso de este último, el nivel de agua es 7 hectómetros cúbicos más bajo que el año pasado en la misma fecha. Es decir, ha perdido casi un 20% de su capacidad en un año. Actualmente el nivel de agua se encuentra en 26 hectómetros cúbicos, por los 33 del año pasado y los 36 de capacidad total que puede albergar este embalse, que lleva conteniendo agua desde el año 1994 cuando acabaron las obras de construcción de la presa.

Durante esta temporada estival apenas ha llovido y, aunque tardaron, cuando llegaron las altas temperaturas, lo hicieron de la mano de una ola de calor que ha provocado incendios y sequías, con las terribles consecuencias que ello tiene para la vida en el Valle del Tera y todas aquellas zonas irrigadas por las aguas del embalse.

La circunstancia está muy lejos de ser halagüeña para la provincia de Zamora. Las consecuencias que pueden derivarse de la progresiva e imparable pérdida de agua de sus embalses pueden significar pérdidas de muchos tipos para las zonas que se mantienen con estas aguas.

Las zonas de regadío del Valle del Tera comienzan a acusar la falta de abastecimiento, pudiendo llegar a suponer un apuro para algunos prácticamente al final de la temporada de riego.

Ya hay pueblos cercanos que sufren problemas de abastecimiento de agua debido a la sequía y sumándola a un aumento inusual de población veraneante en según qué localidades.

El nivel de agua desciende cada hora que pasa, dejando cada vez más lejos esa línea en la presa que marcaba hasta dónde llegaba el agua que otrora colmaba un embalse de 365 hectáreas de superficie, y que ahora se encuentra lejos de alcanzar esa cota.

No solo mueren los embalses. Con ellos se llevan poco a poco la vida de muchas zonas con sus necesidades, que no son pocas, presas del paso del tiempo, el olvido y el abandono de ciertas administraciones que giran la cabeza ante un problema que no deja de ser una cuestión de todos y por el beneficio de todos los que pueblan un área muy rica, pero que poco a poco queda vacía, como sus embalses.