Durante la mañana de ayer, en Camarzana de Tera, seis familias se enfundaron en sus mejores galas para homenajear a sus padres, madres, tíos, abuelos o bisabuelos.

Un año más, la Asociación Cultural “Camarzana Viva” ha hecho entrega de las tradicionales placas conmemorativas a aquellos vecinos que cumplan o hayan cumplido 85 años durante el presente año, es decir, a todos aquellos nacidos en 1936.

La emoción era palpable, tanto en los homenajeados como en sus propias familias. Las miradas de orgullo y ternura hacia sus mayores sobrevolaban la entrega de cada placa, siempre en el exterior de sus lugares de residencia, dado el riesgo de la situación sanitaria actual.

La primera de las homenajeadas, Florencia Panizo, se mostró visiblemente emocionada y agradeció el detalle de la Asociación Camarzana Viva y la presencia y el apoyo de toda su familia, que la ayudó a sujetar su placa.

Posteriormente, la comitiva se dirigió a casa de María Paz Arias, en cuyos ojos se vislumbraba la ilusión del homenaje y pidió a todos los presentes “verlos muchos años más”.

Aurelio Barrón posa con su placa rodeado de su familia. | C. G. R.

El tercero de los condecorados fue Conrado Martínez, también rodeado de toda su familia, incluida sus biznietos.

Después le llegó el turno a Angélica quien, desde su silla y con su gracia natural, bromeó sobre su edad, desatando las risas de todos los asistentes, tanto miembros de la asociación como su propia familia.

Francisco García fue el siguiente en recibir su homenaje particular a la puerta de su domicilio, ante los ojos emocionados de su familia presente en el acto.

Por último, ante las puertas de la residencia en la que se aloja, Aurelio Barrón, arropado por sus familiares, recibió orgulloso y emocionado su placa.

Familiares y homenajeados quisieron agradecer a la Asociación el esmero y la dedicación en la elaboración de las placas y todos los presentes se fundieron en aplausos con la entrega de cada una de ellas.

Para los homenajeados, esto supone un motivo más para sonreír en una época nada fácil para nadie, pero más difícil para ellos. Largo tiempo tuvieron que pasar sin poder ver a sus hijos, cambiando las visitas por llamadas telefónicas. Por fortuna, aunque no haya terminado, la situación ha cambiado y poco a poco todo vuelve a la normalidad y los abrazos dejarán atrás a los saludos con el codo.