Cada verano aparece la noticia que nadie quiere contar, la que significa grandes pérdidas económicas y materiales para multitud de personas a lo largo y ancho de la comarca. Los incendios forestales, además, conllevan enormes pérdidas de patrimonio natural tanto en flora como en fauna. A pesar de que este año las temperaturas no han sido especialmente elevadas en la mayor parte del verano, sí que es cierto que durante alguna semana el calor arreció y el riesgo de incendios incrementó de forma exponencial.

Según datos de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, en el pasado mes de junio, ardieron más de 20 hectáreas de superficie arbolada, más de 400 de matorral y monte bajo y más de 14 de pastos en un total de 89 incendios contados entre el 1 el 30 de junio.

La comarca de Los Valles no ha estado exenta de este problema y el pasado 11 de julio Santa Croya de Tera fue víctima de las llamas en un incendio que calcinó más de 10 hectáreas, siendo dos de pasto y 8 de matorral.

El principal damnificado de esta catástrofe fue Ángel Marcos Villarejo, vecino de la localidad al que el incendio le hizo perder multitud de árboles frutales y plantas que, aunque no calcinadas, quedaron secas y prácticamente inservibles por el calor que desprendían las llamas.

“Yo tenía allí diez o doce árboles ya adultos, tres castaños, dos ciruelos y fresas que no se llegaron a quemar, pero que con el calor se estropearon”, lamenta. “Están bebiendo ahora un poco, y a lo mejor consigo salvarlas”, añade. Explica Ángel que los árboles han quedado “para talar o directamente arrancarlos”, y añade que “son árboles que igual el más viejo ronda los cuarenta años”.

Comenta Marcos que es muy difícil saber si hay un culpable o no, pero lo que tiene claro es que los alrededores de su finca estaban muy descuidados y que “igual hace más de veinte años que por aquí no venía nadie a arreglarlo”. Denuncia que las hierbas de los alrededores se encontraban muy secas y muy altas, y ello sumado a días de tanto calor y un fuerte aire crearon un caldo de cultivo perfecto para la llegada de la desgracia.

Marcos, a pesar de que ese día no se encontraba en el pueblo, en cuanto supo de los hecho volvió desde León y cree que la actuación del cuerpo de bomberos fue lógica porque “se centraron más en el monte y una finca de aquí cerca donde otro vecino tiene los perros”.

De igual modo que en Santa Croya, las llamas cargaron con violencia contra el Valle de Valverde el 15 de julio, tan solo cuatro días después, llevándose consigo 7 hectáreas de matorral y 4 de cultivo en un terreno de la localidad de Villaveza de Valverde.