Entre chistes y buen humor, Javier Fernández de Lera, o simplemente Javier porque en Benavente y comarca es bien conocido, consigue que el cliente no se vaya de su cuchillería sin comprar algo. Es un vendedor nato, no se imagina siendo otra cosa, un oficio que aprendió de su padre y, ahora, de su hijo, quien ha tomado el relevo.

–¿Quién empezó con la tienda?

–Mi padre, Javier Fernández, el 7 de julio de 1939. Él descendía de la provincia de Orense. Mi abuelo, José Fernández, tenía 3 cuchillerías: la principal, en Zamora, otra en León y otra en Benavente. Pero durante la guerra tuvo que cerrar. Mi padre, estando en Zamora, se casó y después ya vino para Benavente, estableciéndose aquí.

–Acababa de terminar la guerra civil, montaría el negocio con muchas incertidumbres…

–No había nacido, pero sé que con muchísimas dificultades. Eran años muy difíciles. Pero él era muy trabajador y salió adelante.

–Será uno de los negocios más antiguos de Benavente.

–Hay algunos que lo superan en esos 82 años que va a cumplir. No muchos, pero seguro que algunos rondan los 100.

–¿Usted cuando se incorporó al negocio?

–Muy pequeño. Como dejé de estudiar muy jovencito, creo recordar que alrededor de los 12 años.

–¿Cómo era el comercio de Benavente en aquel momento?

–El comercio de Benavente siempre ha sido muy boyante. Un gran comercio, con arreglo a otras poblaciones similares o superiores, que no tiene la altura del comercio de Benavente. Tiene una situación privilegiada, y una gran zona alrededor que es de la que vivimos. La pena es que se está despoblando y esto en pocos años, entre unas cosas y otras, no va a ser lo que ha sido ni de lejos.

–¿Siempre le gustó la venta?

–Me ha gustado muchísimo, he disfrutado muchísimo. El negocio me ha dado el 99,99 por cien de las satisfacciones y he sido muy feliz.

–Porque a usted, confiéselo, se le da fenomenal vender…

–Es algo que me gusta muchísimo. Hago una venta muy asistida, le argumento al cliente por qué debe comprar un producto y no otro

–¿De quién aprendió?

–De mi padre. Teníamos formas diferentes de hacer las cosas. Pero bien. Y también de mi hijo. Desde pequeñito venía mucho a la tienda a ayudarnos. Él es economista y, después de trabajar en la banca y en otras empresas, decidió quedarse en el negocio familiar, y ahora ya es de él. Yo ahora estoy jubilado con jubilación activa.

–¿Está teniendo éxito la venta a través de internet?

–Ternemos lo que no tiene nadie o muy poca gente de España. 1.100 modelos de cuchillos

–¿Cree que a este paso el negocio cumplirá el siglo?

–Complicado está, pero creo que sí. Complicado por lo que antes mencioné, la despoblación de los pueblos, que es lo más importante que hemos tenido aquí.

–¿Es su clientela principal?

Benavente, los Valles y toda la comarca. Conecto muy bien con la gente de los pueblos. Los conozco por nombre. Son clientes muy fieles. También gente que viene de fuera, hijos, nietos e incluso biznietos de antiguos clientes.

–¿Cómo le ha sentado la crisis del COVID a la tienda, han compensado con la venta por internet?

-No hemos llegado a compensar porque tuvimos casi dos meses cerrado. La gente de provincias cercanas no podía venir a la tienda.

–¿Cuál sería la receta para que el pequeño comercio funcione?

–Todo eso perjudica muchísimo, pero principalmente la despoblación, la poca natalidad. ¿Qué se puede hacer? No lo sé. Al pequeño comercio le queda poca vida. La venta por internet es una ayuda, pero no es el todo. Ojalá estuviéramos en los años 80 o 90. Es difícil predecir, pero lo veo muy difícil.