María González Esguevillas es de Benavente de toda la vida, aunque sus estudios y su profesión le han hecho volar lejos. Salamanca, Madrid, Barcelona, Estados Unidos... Su sueño era ser médico y trabajar en algún país lejano. En cierto modo, gracias a su carrera como química e investigadora, lo ha conseguido. Porque, como asegura, “no inyecto yo las medicinas, pero las puedo sintetizar”. En 2017 se asentó en Princeton, en cuya universidad ha trabajado desarrollando diferentes proyectos de investigación de alto interés para la industria farmacéutica. Este mes empieza a trabajar en Pfizer. Aunque su trabajo no cree que tenga que ver con la vacuna del COVID, sí consistirá en mejorar la síntesis de posibles futuros fármacos. En el fondo, seguro que contribuye a mejorar nuestra salud.

–¿Por qué decidió irse al extranjero?

–Fue una mezcla de muchas cosas. Cuando estás haciendo el doctorado, tienes varias opciones al terminar, dependiendo de si quieres trabajar a largo plazo en industria o en universidad. No es un requisito, pero es conveniente trabajar al menos un año o dos fuera en el extranjero como postdoc para poder desarrollar una carrera científica tanto en la Universidad como en una empresa.

–¿Cómo surgió la oportunidad de investigar en la Universidad de Princeton?

–Desde que empecé el doctorado, siempre me gustó la química que se llevaba a cabo en el grupo del Profesor David MacMillan, de la Universidad de Princeton, que basa su investigación en la formación de nuevos enlaces mediante diferentes tipos de catálisis, haciendo posible la síntesis de compuestos muy complicados de obtener por mecanismos tradicionales. Si ves todo lo que hace y, más aún, si le ves dar una charla, te enamoras al instante de esa Química. Pero jamás me plantee el poder pedirle trabajo. Si algo tenemos los españoles en general es que creemos que no valemos lo suficiente. Me planteaba acabar el doctorado y después buscar trabajo.

–¿Y qué fue lo que le animó a cambiar de idea?

–En mi último año de tesis doctoral, MacMillan vino a Madrid a impartir una charla. Mi jefe del doctorado organizaba el evento y tuvo la oportunidad de hablar con él . Le preguntó que por qué no tenía a gente española trabajando para él, que si era porque le caíamos mal, y el respondió que no tenía españoles porque ningún español le escribía. Me animó, le escribí, le dije que estaba muy interesada en trabajar con él. A las dos o tres semanas me contestó que me ofrecía un año de contrato y durante ese tiempo buscábamos más financiación. Y en ese momento pensé, pues igual no soy tan mala como pienso si fuera me saben valorar.

–¿Podría haber realizado una investigación parecida en alguna universidad o laboratorio español o la investigación española en su campo, la Química Orgánica, no ofrece muchas salidas?

–Sí, si hubiese el mismo nivel de recursos y de financiación. Con los recursos que hay ahora en las universidades de España también se puede hacer. Probablemente se vaya más lento, pero se puede hacer perfectamente. El nivel de los científicos españoles es muy alto, la diferencia es que no hay tantos recursos ni financiación para la investigación.

–Estaba en la Universidad de Princeton, donde trabajaron famosos investigadores y científicos como Albert Einstein y John Nash (el matemático de la película ‘Una mente maravillosa’)… ¿A veces se pellizcaba porque no se lo creía? ¿Impresiona haber llegado tan lejos?

–Al principio sí, te parece todo increíble, además el campus es impresionante. Cuando paseas por él es como si vieras escenas de la película. Y lógicamente es una de las 10 mejores universidades a nivel mundial, con un gran prestigio en muchas áreas tanto en ciencias como en letras. Pero después de un tiempo, te acostumbras, lo normalizas y no le das tanta importancia. Vas a trabajar y sólo estás centrado en tu investigación y no piensas en donde estás. No tienes tiempo.

Todas las vacunas son buenas, y todas tienen la misma función: generar inmunidad contra una enfermedad mediante la producción de anticuerpos

–Y ahora va a trabajar en Pfizer. ¿Su trabajo de alguna forma tiene relación con la vacuna del coronavirus?

–Voy a trabajar en el Departamento de Procesos. La primera parte en la que se involucra la química sintética es en el departamento de Química Médica, donde lo que se hace es sintetizar cientos de compuestos en pequeña cantidad para ver su actividad biológica. Cuando una molécula es activa, se necesita mayor cantidad de compuesto para seguir probándolo y ver si es un candidato a fármaco. Aquí empieza el trabajo de Procesos. Lo que se hace es mejorar la síntesis de posibles futuros fármacos. Durante la primera etapa, importa tener el compuesto cuanto antes. Aquí no, aquí es necesario tener el producto con buenos rendimientos, pero también siguiendo métodos de síntesis completamente seguros y los principios de la química verde, ya que se pueden necesitar kilogramos de estos compuestos y hay que evitar la formación de materiales peligrosos y la formación de subproductos. Yo voy a empezar a trabajar en este departamento y podré mejorar la síntesis de compuestos. No creo que vaya a estar relacionado con las vacunas, no lo puedo saber porque aún no he empezado. En todo caso, no sé si podría decirlo por cuestiones de confidencialidad.

–Mucha gente sigue pensando que la de Pfizer es la “vacuna buena”, en contraposición, por ejemplo, con AstraZeneca. ¿Qué le parece?

–Yo creo que es debido a una mala información por parte de los medios de comunicación. Por este motivo, la gente tiene miedo a ponerse la vacuna de AstraZeneca. Todos los medicamentos que están en el mercado han sido testados, y todos sin excepción tienen algún tipo de contraindicaciones, efectos secundarios. Y es lo que pasa con estas vacunas. Si miras los efectos secundarios, en realidad la probabilidad de que puedas tener trombos representa un porcentaje muy bajo. Es mayor la probabilidad de formación de trombos al tomar la píldora anticonceptiva, y hay muchas mujeres que se la toman y no pasa nada. Todos los medicamentos hasta la aspirina o el ibuprofeno, que los consumimos normalmente, tienen efectos secundarios.

–¿No hay, entonces, vacuna mala?

–Todas las vacunas son buenas, y todas tienen la misma función: generar inmunidad contra una enfermedad mediante la producción de anticuerpos. Así, si te vacunas y el virus te ataca, tu cuerpo lo reconocerá y podrá reaccionar contra él. Las vacunas de Janssen y AstraZeneca tienen un mecanismo de acción similar a la vacuna de la gripe común, y la gente no le tiene miedo, pero sí a la del Covid-19. Esto se puede deber a la falta o a una mala información.

–Creo que en Estados Unidos la vacunación está muy avanzada, ¿es así?

–El ritmo de vacunación es diferente en cada estado y no sé si puede compararse con España, donde al haber Seguridad Social, todo el mundo se acabará vacunando. Aquí, como los seguros son privados, lo que el Gobierno está haciendo son campañas a través de los medios de comunicación para que todo el mundo se vacune. De hecho, en este caso no importa si no tienes seguro, la vacuna es gratuita para todas las personas, así se aseguran parar la propagación. El que tiene seguro, se lo cubre, y el que no, lo paga el estado. Aquí en mi estado va bastante rápido.

–¿Tiene la impresión de que en España vamos por detrás en ciertas cosas, como en este caso, en avances científicos?

–Creo que no. A nivel científico todo es uno, toda la comunidad científica va en una misma dirección. Si tú estás investigando algo y sale algo muy parecido, cambias de tema. O a lo mejor te ayuda a acabar lo tuyo. En España hay muy buenos científicos y si da la impresión de que vamos por detrás, es porque a lo mejor no se promociona tanto la ciencia. También, al no haber mucha financiación, no hay de donde sacar, avanzas lo que puedes. La química sale igual en Estados Unidos, en España o en Seúl, pero es verdad que no es lo mismo si tienes cuatro aparatos a tu disposición que si tienes que compartir uno con diferentes grupos de investigación. El nivel de investigación es muy bueno, lo que pasa es que no avanza tanto porque no hay recursos.

En España hay muy buenos científicos y si da la impresión de que vamos por detrás, es porque a lo mejor no se promociona tanto la ciencia ni hay financiación

–Tras su paso por Estados Unidos, ¿piensa que podía encontrar más fácilmente un trabajo en España?

–Teóricamente, sí. Estando fuera en una universidad de prestigio y con trabajos publicados en revistas de alto nivel científico, es más fácil, sobre todo si quieres tener tu propio grupo en la universidad. Para volver a Europa necesitas tener muchas publicaciones, haber estado entre 2 y 5 años fuera para conseguir financiación, crear tu propio grupo. Hay muy pocas becas del Estado. Hay alguna a nivel europeo, como las Marie Curie que son muy buenas, pero aún así son muy difíciles de conseguir porque hay mucha gente con gran nivel para un número determinado cada año. Estar fuera es casi un requisito para conseguirlo, pero no significa que lo vayas a hacer.

–Porque hay mucha competencia, muchos candidatos para conseguir una beca…

–En España es muy complicado conseguir financiación y aún más si eres un investigador joven. No promueven que los jóvenes investigadores empiecen sus propios grupos. Aquí en las universidades cada año, en verano, las empresas van a buscar candidatos, eso en España es inimaginable. Tu recibes un correo electrónico en el que te lo comunican que empresas vienen y cuando, y si estás interesado, mandas el currículum. En cuanto a la academia, también es algo diferente. Escribes un proyecto para conseguir financiación, igual que en España, y es la universidad, los que serán tus propios compañeros y alumnos, los que te valoran. Si les gusta tu propuesta, te hacen una oferta. Una oferta que no conlleva sólo el sueldo de profesor, la universidad pone dinero para investigación, te da laboratorio… Está más en la conciencia de todo el mundo promocionar a la gente joven e impulsar las carreras científicas de los jóvenes. Ojalá algo así acabe pasando en Europa. En Cataluña sí que está el ICIQ, que hace algo muy parecido. Pero es muy complicado.

–¿Le gustaría tener tu propio grupo de investigación?

–Ahora mismo, no. He trabajado en la universidad como profesora e investigando, en una farmacéutica y he colaborado con farmacéuticas desde la universidad. Yo creo que me gusta más el mundo de la empresa. En la universidad puedes hacer la química que más te apasione porque no hay límites, pero estás muy condicionado por la financiación. En una farmacéutica tienes un objetivo claro: conseguir un fármaco para una enfermedad. Puedes hacer el mismo tipo de investigación, pero enfocado a un objetivo concreto.

–¿Se plantea volver, no ya le digo a Benavente, pero a España, a trabajar en algún laboratorio?

–Ahora mismo estoy enfocada en empezar esta nueva etapa en Pfizer, no sé por cuanto tiempo… Siempre he querido volver a España. Al principio no quería ni estar en el extranjero porque soy de estar en familia, y estar lejos no es fácil. Pero teniendo esta carrera, es complicado encontrar trabajo en España. Ojalá pudiese en algún momento. Si no en España, en Europa.

Siempre he querido volver a España. Al principio no quería ni estar en el extranjero porque soy de estar en familia, y estar lejos no es fácil. Pero teniendo esta carrera, es complicado encontrar trabajo en España

–Usted quería ser médico. No pudo ser y eligió Química. ¿Su trabajo cree que, de alguna forma, ha contribuido a mejorar la vida y la salud de la gente?

–Si no ya, espero que en algún momento. Desde pequeñita quise hacer algo relacionado con la medicina, irme con Médicos sin Fronteras a algún lugar lejano. Al final, la decisión la tiene una nota y dijo que no. En ese momento yo no me planteé esperar un año y volverme a examinar. Pensé qué es lo que más me gustaba. Todos mis profesores en el colegio y en el instituto eran muy buenos y me hicieron querer la química. Y empecé la carrera por eso. Pero siempre he ido hacia al lado médico de la química. Al acabar la carrera, empecé a trabajar en una farmacéutica. Al final, todos los proyectos en los que he estado involucrada son aplicables en empresas farmacéuticas o con colaboración directa con ellas. No pude ser médico, pero contribuyo desde el otro lado. No inyecto yo las medicinas, pero las puedo sintetizar o ayudo a sintetizarlas.

–¿Le gusta la forma de vida de Estados Unidos?

–Prefiero España, la verdad. Son culturas muy distintas. Esto es muy intenso. Realmente sólo trabajas, no tienes mucha más vida.

–¿Echa de menos España? ¿Qué es lo que más añora?

–Mucho. Lo que más, la familia. Hablo con ellos todos los días. También mis amigos y la comida.

–¿Volverá a vivir a Benavente?

–No sé. Mi lugar favorito de toda Zamora es Sanabria y siempre he dicho que quiero acabar mi vida ahí. Pero si logro volver a España a trabajar, no creo que viva en Zamora más que los fines de semana por cuestión de trabajo. Podría ser profesora, pero tendría que dejar a un lado la investigación.

–Con esta popularización de los científicos durante la pandemia, ¿ha mejorado la percepción que tienen de ustedes?

–La de investigador es una profesión poco valorada, porque la gente no sabe lo que hacemos realmente. Es un concepto demasiado abstracto y no saben en qué se basa nuestro trabajo o qué sale de él. Igual con motivo de esta situación que ha parado el mundo, donde los sanitarios se han enfocado en la parte de los enfermos, se ha visto la implicación de todos los científicos, que se han volcado en saber cómo funcionaba este virus, qué hacer para intentar evitarlo, que no se propague más o evitar que nos afecten próximos virus. Ojalá gracias a esto, la gente comprenda que investigamos cosas tangibles.