Puestos del mercadillo en la jornada de ayer en Benavente. | E. P.

Sonia, desanimada por la situación que están viviendo, no deja de animar las compras. | E. P.

Un par de puestos, apurando las ventas poco antes de la hora de recogida. | E. P.

Medidas de seguridad e higiene en uno de los accesos del mercadillo. | E. P.

Benavente vivió ayer una jornada de mercados poco habitual. La jornada previa al Jueves Santo suele ser un día de mucha movilidad en la Cañada de la Vizana, con gente procedente de otros lugares, principalmente Madrid o País Vasco. Este año no ha podido ser. Las restricciones de la pandemia, sobre todo, lo que afecta a la falta de movilidad, está ahogando al mercadillo. “El miedo es libre y aún hay miedo al contagio”, “hay miedo por parte de compradores y vendedores, que nosotros vamos a distintos sitios y nunca sabes lo que te vas a encontrar”, “ahora ya nos vamos adaptando a esta situación, tenemos que vivir con ella, pero sigue habiendo miedo en la gente”. Son solo algunas de las reflexiones que algunos comerciantes ambulantes que acuden a Benavente hacían ayer.

Los vendedores aseguran que “muchos han quedado en el camino, cuando los ingresos son menores que los gastos, las cuentas no salen y hay que comer”, señalaba un vendedor. “Es algo que estamos viendo allá donde vamos, hay gente que ha buscado alternativas en otros trabajos, pero yo dónde voy a mi edad si lo que siempre he hecho es trabajar de cara al público, te vendo un frigorífico en el Polo Norte si hace falta, pero para eso me tienen que dejar trabajar”, añadía otro.

No es fácil para el sector de vendedores ambulantes buscar alternativas de empleo y menos en las actuales circunstancias, pero “muchos” han encontrado una salida en las empresas de paquetería que operan en el Centro de Transportes de Benavente. No solo como algo temporal, sino que “no piensan volver, porque esto de la venta ambulante no está claro, y la gente tiene que comer y alimentar a sus familias”, señalaban.

Las restricciones les lleva a reducir su trabajo. “Estamos a un ritmo del 50% respecto a lo que estábamos habituados, pero es que, además, las ventas son muy inferiores. La economía está mal y si no hay dinero, no se puede gastar”, explicaba David un benaventano habitual en el mercadillo de los jueves.

José María es otra vendedor que recorre mercados en la provincia de León y Orense. No hace un buen balance del año. “Llevamos mucho retraso de venta. No podemos gestionar toda la mercancía o el producto que se ha quedado atrasado. Tenemos producto que no ha salido a la venta. El mercadillo trabajamos con un margen de precios muy reducido y necesitamos un volumen de prendas. No tenemos ese volumen de prendas en venta, por lo que las cuentas no salen”, asegura. Cree que todos “tenemos que apoyarnos, esto es una cadena, y sin embargo, vamos por libre”.

“Nosotros hemos podido sobrevivir gracias a que otros años hemos podido ahorrar un poco y hemos salido a vender siempre que nos han dejado, pero fuimos los primeros castigados por la pandemia, y la gente sigue teniendo miedo”, explicaba David, también habitual del mercado de los jueves.

Josué es otro de los habituales vendedores. Él y su mujer ya tienen clientes habituales, muchos de ellos de otras ciudades. “Hemos podido hacernos hueco poco a poco, pero con muchas dificultades. Somos autónomos y gracias a las ayudas hemos podido comer. Pero sigue la cosa floja. Ante el miedo no podemos hacer nada. Como nos pilló en la primavera del pasado año tuvimos que guardar la mercancía y ahora estamos sacando mercancía del año pasado a precios más bajos para poder venderlo. Nos cuesta mucho”.