El Síndrome de Asperger se ha catalogado recientemente dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA), las personas que lo sufren suelen tener altas capacidades. Para su tratamiento es necesario que los centros educativos, las familias y los centros especializados se coordinen a la perfección. María Isabel Durillo es maestra de Audición y Lenguaje y desde el año 2012 dirige junto a su socia un Gabinete Psicopedagógico en Benavente. Nos cuenta cómo se aborda desde la educación este síndrome.

–¿Qué tratamientos puede tener en el ámbito escolar el síndrome de Asperger?

–No hay un tratamiento específico para todos los niños y niñas Asperger en general. La detección temprana y la intervención pueden ayudar a que de adultos vivan una vida relativamente normal. En el ámbito escolar es fundamental una atención psicopedagógica y de apoyo de audición y lenguaje para tratar sus dificultades en habilidades sociales y comunicativas.

–¿Cómo puede trabajarse en el aula?

–Hay que realizar un trabajo individualizado, siguiendo un patrón de rutinas y un trabajo muy estructurado, aumentando su motivación, potenciando sus capacidades y dotándole de las herramientas necesarias para sus dificultades sociales y comunicativas. Normalmente, en las aulas se establece una terapia del habla y del lenguaje, donde se trabajan todos aquellos aspectos relacionados con las habilidades sociales y la comunicación; además de una terapia cognitiva conductual donde aprendan a controlar sus emociones, la flexibilidad y rigidez.

–La detección precoz es clave ¿cómo se diagnostica?

–Normalmente se inicia por sospechas de los padres o por detección del pediatra en algunas de las revisiones rutinarias. Existen algunos síntomas que pueden dar lugar a sospecha de que un niño pueda presentar síndrome de Asperger: falta de empatía, dificultad de comprensión del lenguaje corporal. Evitan el contacto ocular, presentan intereses restringidos y a veces obsesivos. No saben interactuar con los demás, muchas veces solo hablan de sus intereses. Utilizan un tono de voz poco común. Muestran dificultad para hacer amigos. Pueden realizar movimientos repetitivos o extraños, reacciones sensoriales poco comunes, por último, uno de los rasgos más característicos es la resistencia al cambio, la inflexibilidad.

–¿En qué momento se puede tener un diagnóstico?

—En cuanto a la edad de detección suele darse más tarde que en un niño con autismo. En este caso suele darse un diagnóstico entre los 5 y 8 años.

–Una vez que se establece un tratamiento ¿qué evolución suelen presentar los niños afectados?

–La evolución depende mucho en cada caso. A medida que algunos niños crecen, algunos problemas se resolverán con más facilidad, pero como otros niños o niñas irán apareciendo nuevos o se seguirán manteniendo. Por eso es tan importante un trabajo bien estructurado que atienda a cada una de las necesidades que el niño presente y lo más tempranamente posible.

–En estos casos ¿qué papel deben jugar los padres?

–Los padres serán el apoyo fundamental en el desarrollo de sus hijos e hijas. Deberán enseñarle habilidades para poder integrarse en el entorno social, animar al niño fomentando situaciones que impliquen su relación con los demás y servirle de pilar día tras día.

–¿Cree que está normalizado en la sociedad o es necesario seguir sensibilizando?

–Algunas personas con Asperger suelen presentar una historia de sufrimiento e incomprensión. Muchas veces pasan desapercibidos siendo considerados como “raros”, pudiendo ser en algunos casos víctimas fáciles y frecuentes de acoso escolar o marginación. Por eso resulta fundamental el trabajo de sensibilización en la sociedad y dar mayor visibilidad a este colectivo para dar cabida a estas personas que día a día realizan un gran esfuerzo por “encajar” en los diferentes entornos sociales, que no se adaptan a sus características y necesidades.